Esa desaceleración, especialmente pronunciada tras las revisiones al alza por parte del INE para el primer semestre, se debe al impacto de la subida de los tipos de interés y al enfriamiento de Europa, según han explicado hoy Carlos Ocaña, director general de Funcas, y Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, en la actualización de las previsiones para la economía española para 2023-2024.
La pérdida de dinamismo de la economía se aprecia ya en el tercer trimestre, para el que se estima un crecimiento del PIB del 0,1% que procederá sobre todo de la demanda interna. Resisten tanto el consumo público como el privado, este último por la recuperación de los salarios en términos reales y la resiliencia del mercado laboral. Pese al enfriamiento de los mercados de exportación, la aportación del sector exterior seguirá siendo positiva por la plena normalización del turismo tras la pandemia y el buen posicionamiento competitivo de algunos sectores, en especial los servicios no turísticos.
La desaceleración se evidenciará con mayor claridad en 2024. Aunque el año irá de menos a más, el PIB crecerá un 1,5%, por el efecto arrastre del último tramo de 2023 y el menor impulso de algunos de los actuales factores de crecimiento: la normalización del turismo y los acuerdos ya existentes que anticipan recuperación de poder adquisitivo de los salarios, con efectos en términos de renta disponible de los hogares y consumo privado. El debilitamiento de la demanda relajará la presión sobre los precios, aunque el efecto será gradual y desigual por lo que la inflación todavía se mantendrá por encima del objetivo del BCE durante todo el periodo de previsión. El deflactor del consumo privado registrará una ligera desaceleración, desde el 3,9% este año hasta el 3,6% en 2024. Por su parte, el incremento del deflactor del PIB –el indicador que mejor refleja las presiones inflacionistas— pasará del 5,5% este año al 3,5% en 2024.
El mercado laboral se mantendrá, junto al superávit externo, como uno de los principales factores de resistencia de la economía española. La tasa de paro bajará hasta el 10,5% a finales de 2024, un nivel aún muy superior a la media europea.
La ralentización de la economía, unida a las medidas de lucha contra la inflación, la indiciación de las pensiones y el incremento de las cargas financieras generado por la subida de los tipos de interés, dificultarán la corrección de los desequilibrios presupuestarios. A falta de ajustes, el déficit se situará en el 3,6% en 2024 y la deuda pública superará el 106%, por encima de los niveles prepandemia.
Gracias al aumento del ahorro en la primera parte del año, que ha servido para devolver préstamos, la deuda consolidada para las sociedades no financieras se situaba en el segundo trimestre en el 66,6% y la de los hogares e ISFLSH en el 49,9%, las cifras más bajas de los últimos 20 años.
Estas previsiones parten del supuesto de que los tipos de interés se estabilizarán en el entorno del 4,5% y de que el BCE optará por enviar el mensaje de mantenerlos altos durante más tiempo de lo estimado en un principio. No obstante, esta hipótesis de estabilidad podría verse incumplida si las tensiones geopolíticas se intensifican y desencadenan una nueva disrupción de los mercados energéticos y los intercambios comerciales, generando un shock de estanflación que abocaría al BCE a un endurecimiento del ciclo monetario. Para Funcas esta es la mayor amenaza a corto plazo.
A medio y largo plazo, el principal factor de vulnerabilidad para España es la persistencia de un déficit público elevado, en un contexto de reactivación de las reglas fiscales europeas y de retirada del apoyo del BCE. A esto se suma el aumento de las rentabilidades, que implica un mayor pago de intereses en relación al PIB. Sin medidas de ajuste, la deuda no cumpliría con los compromisos europeos. En un escenario central relativamente optimista (crecimiento del 1,9%, inflación del 2% y política monetaria “normalizada”), el déficit público no alcanzaría el 3% hasta 2028. Ese año, la deuda todavía se situaría por encima del 102%. Aunque de momento la prima de riesgo se mantiene estable, la situación podría cambiar drásticamente ante posibles perturbaciones en los mercados financieros. De ahí la importancia de aprovechar la ventana de oportunidad para emprender una senda de ajuste fiscal