No obstante, aunque los miembros expresaron una «mayor confianza» en que la inflación volvería al 2% en 2025, sobre la base de las proyecciones de los expertos del Eurosistema de diciembre, «hubo diferentes opiniones sobre si había motivos para confiar lo suficiente en que el objetivo se cumpliría». De ahí que se viera necesario mantener una vigilancia y paciencia constantes y mantener una postura restrictiva durante algún tiempo. Por ello, en la reunión mantenida el pasado 13 y 14 de diciembre, se destacó que no había lugar para la complacencia y que no era el momento de que el Consejo de Gobierno bajara la guardia.
«Era necesario actuar con cautela, ya que la inflación probablemente aumentaría en el corto plazo y persistían las incertidumbres en relación con los salarios y la dinámica de la inflación subyacente. Esto sugería que todavía era demasiado pronto para estar seguros de que la tarea se había cumplido», recogen las actas.
En este contexto, todos los miembros del BCE estuvieron de acuerdo con la propuesta de mantener los tipos de interés oficiales en su nivel actual y tomarse tiempo para evaluar las perspectivas de inflación, la dinámica de la inflación subyacente y la solidez de la transmisión de la política monetaria. Sobre las perspectivas económicas, las actas muestran que algunos miembros del BCE «argumentaron que las proyecciones de crecimiento a corto plazo del personal técnico de diciembre podrían ser demasiado optimistas en general», señalando indicadores débiles recientes pero también, más estructuralmente, el riesgo de que el consumo privado no repunte en 2024.