Las subidas de los tipos de interés continuarán en 2023, en tanto que el incremento del euríbor, que tras unos primeros saltos abruptos parece haber acomodado buena parte de la expectativa de alzas de los tipos oficiales, puede ser más limitado.
Aunque pudiera parecer que los resultados de la banca se verían beneficiados por este proceso de normalización financiera, también
puede haber efectos negativos, como advierten Carbó y Rodríguez en el último número de Cuadernos de Información Económica, editado por Funcas. En la publicación, que analiza en varios artículos el impacto del cambio en la política monetaria en empresas, hogares y gobiernos, los autores explican que existe riesgo para el sector bancario en la medida en que nos encontramos en un escenario de crecimiento muy limitado y con amenazas para la rentabilidad y la solvencia de las entidades, como un mayor coste de su financiación, una caída del volumen de crédito y un aumento de la morosidad, si bien esta todavía se encuentra por debajo del 4% en España.
En su análisis de las previsiones económica para España, Torres y Fernández también se refieren a la senda de subidas de tipos de interés, impulsada por el BCE, con el objetivo de enfriar la demanda y así moderar los efectos de segunda ronda. Sus estimaciones incorporan incrementos adicionales de la facilidad de depósito del BCE hasta alcanzar el 3,25% en el segundo trimestre de 2023, mientras que el euríbor podría acercarse al 3,75% en los próximos meses.
El artículo de Jones analiza los riesgos y oportunidades que implican para la banca y los gobiernos las subidas de los tipos de interés y la retirada de los instrumentos que en su día sirvieron para dotar de mucha mayor liquidez a la eurozona. Para los bancos, las oportunidades se centran en el reforzamiento del mercado interbancario y en la liberación de activos para servir como garantía en los préstamos titulizados. No obstante, también hay que tener en cuenta el impacto a la baja en los precios de los bonos y, por tanto, en el valor a precios de mercado de las carteras de deuda bancarias, lo que presionará al alza el coste de la financiación para los bancos más afectados. Para los gobiernos, el problema surge por la posible desestabilización de los mercados de deuda soberana a que podría dar lugar el endurecimiento monetario. Esto explica la creación de un instrumento para la protección de la transmisión (TPI) por parte del BCE. Hasta el momento, se ha logrado mantener la estabilidad de los mercados de deuda soberana, pero el riesgo es que los gobiernos de la eurozona necesitan seguir apelando a los mercados y en algunos casos el endurecimiento cuantitativo podría dar lugar a dificultades de financiación.
Tras la crisis financiera internacional y con el impulso de la iniciativa de la unión de los mercados de capitales por parte de la Comisión Europea, el peso de la financiación obtenida por las empresas europeas mediante la apelación a los mercados de capitales se ha incrementado notablemente pasando de un 10% sobre recursos ajenos a casi un 20% en apenas década y media.
Ahora bien, como explican Alberni, Berges y Rodríguez, en una situación de fuertes repuntes de los tipos en los mercados de bonos y severa contracción de la actividad emisora en estos, la banca ha retomado su protagonismo como financiador empresarial, especialmente en aquellos segmentos (grandes empresas) cuya presencia habitual en los mercados les hacía pensar que ya no era necesaria. En el caso de España, el desplome de la financiación corporativa en 2022, relacionado con el fuerte incremento de los tipos negociados en el mercado de bonos, se compensó con el aumento de la financiación bancaria.