Sin embargo, la realidad es otra muy distinta. En estos momentos toda España depende de que unos cientos de independentistas catalanes decidan si les parece bien la enorme bajada de pantalones que teóricamente sus lideres le han sacado al predicador sin que este, por cierto se resistiese mucho, puesto que sabia como cada vez que se sienta a negociar con este tipo de personajes, puesto que cuando se sienta en el comodísimo butacón de la Generalitat sabe que o firma lo que le ponen delante o al día siguiente tiene que hacer las maletas y salir de su amada vivienda en La Moncloa.
Así que de triunfador nada de nada. La que ha ganado es la recién llegara a España, la señora Rovira que tal y como parece es la que manda en los republicanos, con un Junquera en horas bajas por “su debilidad” ante el Estado opresor.
Y además esta buena señora no se priva de asegurar que el preacuerdo es una manera de «ganar soberanía» hacia la independencia, ya que «la llave de la caja es imprescindible si queremos seguir caminando hacia la república catalana».
Y por si le sale algún competidor que quiera robarle el triunfo advierte al expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Puigdemont, que de volver nada de nada. «Yo le he preguntado a Puigdemont cuando nos hemos reunido qué sentido político tiene que lo detengan en este momento», ha dicho, y ha considerado que «creo que no se habría de dejar detener, ¿para qué?». «Si ha de haber una detención, más represión política, esto siempre ha de tener un beneficio para el movimiento independentista».
Así que de tranquilidad nada de nada. Con los independentistas divididos la volatilidad de la situación política es brutal, puesto que cada uno querrá apuntarse su propio triunfo y los problemas para gobernar, en minoría como esta Sánchez, serán brutales tanto en Madrid como e Barcelona y no digamos nada si lo pactado es de alguna manera dinamitado en los tribunales. Si eso llega, la situación será mas que explosiva.