En su estudio sobre las Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2024, el organismo con sede en Bruselas dedica un apartado a analizar la evolución de los salarios medios de los jóvenes en la última década (2013-2023).
Un periodo en el que, hasta 2020, la inflación global se mantuvo moderada con una media anual del 3,2%, si bien entre 2021 y 2022 se disparó un 13,4% a causa de problemas de suministro por la pandemia y el aumento de los precios energéticos derivados de la guerra de Ucrania.
Aunque en 2023 se produjo una cierta reducción de la inflación, que se desaceleró hasta el 6,8%, y en 2024y para 2025 se espera un nuevo descenso moderado hasta el 5,9%, el rápido incremento de los años precedentes sin el correspondiente incremento de los salarios nominales, ha provocado «una caída de los salarios reales», es decir en los salarios ajustados por los precios de consumo, en la mayoría de las economías del G20 y en todos los países de la OCDE. Esto ha dado lugar a «una crisis del coste de la vida y a una erosión del nivel de vida de los trabajadores jóvenes y adultos de todo el mundo».
Pese a lo ocurrido entre 2021 y 2023, el estudio, que se remonta a los datos disponibles desde 2013, revela una evolución desigual a nivel global. Mientras unos países han registrado una ganancia neta acumulada en los salarios reales, en otros se mantiene en los mismos de la Gran Recesión, y en algunos incluso con retrocesos. Es el caso de España, donde los asalariados «no han experimentado ningún aumento en sus salarios reales mensuales». Una evolución que perjudica especialmente a los más jóvenes.
De hecho, los ingresos reales se sitúan levemente por debajo del umbral de 2013, pese a que a partir de ese año nuestro país empieza una lenta pero sostenida recuperación económica y laboral tras los años marcados por la crisis financiera y de deuda que estalló en 2008,
Entre el grupo de países de altos ingresos, en el que se incluye España, algo así sol ocurre en Australia. Ambos se suman a países de menores rentas como Brasil, Colombia, México y Egipto. Pero en el extremo opuesto se sitúan Vietnam, Indonesia y Polonia, con incrementos superiore al 30%, mientras Pakistán, Turquía y Estados Unidos superan el 20%. Aunque la mayor particularidad de España se aprecia en que el resultado al fin del periodo es idéntico para los jóvenes y los mayores de 30 años: los salrios reales de ambos colectivos quedan por debajo del nivel de 2013.
Si se analiza el conjunto de la serie se aprecia que el comportamiento de los salarios trabajadores de mayor edad ha sido más estable. A pesar de la disminución de la proporción de jóvenes en la población, el descenso de las tasas de empleo juvenil y el aumento de los niveles educativos, los salarios reales siguieron cayendo entre 2013 y 2019. Según la OIT, en los países en los que existe «una fuerte demanda de trabajo de nivel inicial» y una «oferta limitada de solicitantes de empleo», los salarios reales de jóvenes deberían aumentar más rápidamente que los de los adultos de 30 años o más. Pero esto en España no ocurre hasta después de la pandemia.
Descontando 2020, ejercicio en el que el retroceso de la inflación en ese año ‘infló’ los salarios reales por encima de los niveles de 2013, solo a partir de 2021 se aprecia una mejora de los salarios de los jóvenes, pese al ameno de la inflación, que sí lastró la evolución de los ingresos de los mayores de 30 años ha empeorado. Una explicación apunta a la reforma laboral, que ha elevado la tasa de contratación indefinida entre los jóvenes, si bien la mejora ha resultado insuficiente para remontar la situación de una década antes. Sin embargo, una mejora similar a partir de 2022 se ha dado también en el resto de países investigados, lo que señala que también influye los que la OIT describe como un «descenso de la oferta».
Es decir, el envejecimiento de la población activa lleva a que haya menos asalariados de entre 25 y 29 años que se incorporan al mercado laboral, y los que lo hacen con mejor formación, lo que les permite evitar los empleos peor pagados. Sin embargo, el informe advierte de que detecta que la «sobrerrepresentación de los trabajadores jóvenes en el trabajo a tiempo parcial y temporal», en determinados tipos de ocupaciones y en la economía informal hace que la brecha entre los salarios de los jóvenes y el resto de trabajadores se mantiene en España, como también ocurre en Australia, Brasil, Colombia y España.