Laura se quedó huérfana a los cinco años; ella misma nos la cuenta pues es la narradora de la novela. Su padre desapareció; aparentemente se interpretó como que había abandonado a la familia, y su madre al poco tiempo se suicidó. Ella pasó a vivir con sus tíos que no tenían hijos; el carácter de estos parientes era poco acogedor, falto de cariño, desarraigado y así pasó una infancia triste, llena de dolor, encerrándose en sí misma y llevando una herida permanentemente estaba abierta. Aprendió lo justo en la escuela y aunque era capaz, sus tíos no la dejaron estudiar más y a la pusieron a trabajar con Sil en una cantina junto a la playa llena de turistas en verano y de pescadores casi siempre borrachos en invierno, ya que permanecía abierta todo el año. En esa cantina transcurre su vida, aprende a jugar al mus con los tres amigos de Sil y trabaja todo el día alternando con la limpieza de algunas casas del pueblo. Pero tampoco allí encuentra el cariño y la comprensión que necesita. Se relaja dando paseos con una vieja bicicleta recorriendo parajes solitarios y contemplando el mar. Sale a pescar con Sil y un día encontrarán en la red una pierna humana con el zapato que lleva un calzo. Y a partir de ahí se va hilvanando la historia.
Junto con Sil, aparecerá Lobo, quien la rescató en un mal momento y se convertirá en un personaje clave en la historia. Lobo la introduce en el mundo de la música, que aunque es de años anteriores, se convierte en una pasión para Laura. Además, la emplea para que cuide de la casa de las buganvillas, donde vive ocasionalmente y que Laura admira en secreto.
Por otro lado, Antonio, un aparente turista que se sienta en la playa leyendo, se hace amigo de Laura. Antonio la guía en el mundo de los libros, enseñándole a buscar sabiduría, sosiego y paz en ellos. Laura se apasiona cada vez más por la lectura gracias a él.
Finalmente, aparece el «hombre de los perros», un hombre acompañado de tres perros que apenas habla y parece un poco anormal. Todos los personajes ocultan un misterio en su vida, Laura es la pieza central e importante de la trama sin siquiera saberlo.
A medida que se desarrolla la historia, se revelan los oscuros secretos de los personajes, incluyendo el pasado poco claro de los padres de Laura. La trama mantiene al lector atento a todos los detalles, concluyendo con un final en el que casi todo se desvela y las cosas se ponen en su lugar.
Hasta las primeras cien páginas todo es pura ambientación del lugar y del retrato de los personajes, que quedan perfectamente delineados. Es este un valor de la novela que hay que destacar: la autora sabe describir lo puramente físico, el mar, los olores, el color, la luz y a la vez crea unos personajes muy reales, con un lujo de detalles que los van enmarcando cada vez mejor. Una vez que comienza la acción sabe ir llevando el ritmo apropiado a cada momento. La historia que explica todo es un tanto barroca, enrevesada, hasta un poco decimonónica, igual que el desenlace final, y cada lector, según sus gustos determinará si es buena o mala.
Buenos tiempos
Victoria González Torralba
Sitúela, (2023)
362 págs.