«Todos estamos muy preocupados por la expansión del conflicto en Oriente Medio y su potencial para desestabilizar las economías regionales y los mercados mundiales de petróleo y gas». La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Georgieva, augura un «futuro difícil» por el impacto que esta crisis pueda tener en un momento de crecimiento débil y deuda elevada a nivel global, en el que los precios seguirán presionando el bolsillo de los ciudadanos.
En su tradicional discurso previo a las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial, que tendrán lugar entre los próximos 21 y 26 de octubre en Washington (sede de ambos organismos), la economista búlgara ha alertado de que el crecimiento a medio plazo será «mediocre», insuficiente para erradicar la pobreza mundial, para crear el número de empleos que se necesitan o para generar los ingresos fiscales con los que poder hacer frente a la pesada carga de la deuda y a las «enormes necesidades de inversión», incluida la transición ecológica.
El FMI no descarta que, ante un escenario adverso «severo pero plausible», la deuda pueda subir unos 20 puntos porcentuales del PIB por encima de su escenario base. Esto, sumado a unos tipos de interés aún altos y al bajo crecimiento, reduce el espacio fiscal y hace que los gobiernos tengan que afrontar decisiones de gasto cada vez más difíciles, al ir aumentando a la vez el pago de intereses. «Para empeorar las cosas, vivimos en tiempos muy difíciles. El dividendo de paz del final de la Guerra Fría está cada vez más en peligro», ha remarcado Georgieva.
Es muy probable que los gastos de defensa sigan aumentando, a la vez que menguan los presupuestos de ayuda al desarrollo, teme. Por si fuera poco, los principales actores, movidos por preocupaciones de seguridad nacional, tiran cada vez más de política industrial y proteccionismo, creando nuevas restricciones comerciales.
«En el futuro, el comercio no será el mismo motor de crecimiento que antes. Es la fractura de la que ya advertí en 2019, pero peor. Es como echar agua fría sobre una economía mundial ya tibia», ha sentenciado. Ha incidido, además, en que en un mundo desconfiado y fragmentado, la seguridad nacional ha pasado a encabezar la lista de preocupaciones de muchos países, algo que había ocurrido antes, pero nunca en una época de tanta codependencia económica.
Por todo ello, la responsable del Fondo ha llamado a los gobiernos a que se esfuercen por reducir el endeudamiento y por reconstituir los colchones necesarios para afrontar futuras crisis. Ha apostillado Georgieva que los presupuestos deben consolidarse de forma creíble pero gradual en la mayoría de los países. Para ello «habrá que tomar decisiones difíciles sobre cómo aumentar los ingresos y hacer que el gasto sea más eficiente, asegurándose al mismo tiempo de que las medidas políticas estén bien explicadas para ganarse la confianza de los ciudadanos», ha sentenciado, recordando que ajustarse el cinturón nunca es popular.
Pese a que las reformas fiscales no son fáciles, son «necesarias, ha recordado, para reclamar además a los Estados a que se centren en aprobar reformas en ámbitos como el del mercado de trabajo (ante una demografía desigual y una incorporación de la mujer muy dispar dependiendo de los países); en eliminar las barreras a la inversión y desarrollar los mercados de capitales; o en mejorar la productividad.