Se trata del proyecto más icónico de la Bodega, elaborado con las mejores uvas de Cabernet Sauvignon y Merlot procedentes de únicamente dos viñedos singulares ubicados en la propiedad y reconocidos bajo la Denominación de Origen Protegida Pago de Otazu. Así, desde 2013 y hasta 2042, cada añada de este vino, cuyo nombre hace referencia a las vidrieras (vitrales) de alabastro de la Sala de Barricas de la Bodega, contiene una obra diferente del artista, tanto en la etiqueta como en la caja.
El proyecto Vitral de Otazu es el resultado de un trabajo conjunto entre Otazu y Carlos Cruz-Diez, quien se encargó de los diseños, pruebas y prototipos hasta llegar a la propuesta final. El resultado es una serie de obras de edición limitada, con armonías de colores distintas para cada añada.
Carlos Cruz-Diez (1923-2019) es una figura clave del arte cinético y óptico, que basó su obra en crear experiencias a través del color, el espacio y la luz. Vitral hace alusión a las atmósferas cromáticas que trazan los vitrales de una catedral, espacios donde el hombre conecta con lo sublime y lo espiritual. El artista diseñó unas Cromointerferencias especialmente pensadas para las botellas de Vitral de Otazu. Estas obras, formadas por diferentes capas de líneas, generan colores que no están presentes en el soporte físico, y que se modifican ante la mirada del espectador. Así, el arte del vino y el arte del color se unen para crear una experiencia única en cada botella.
Vitral de Otazu supone un compromiso a 30 años vista entre Otazu y Carlos Cruz-Diez, ya que cada añada del Vitral viene acompañada por una Cromointerferencia exclusiva. Desde la primera, en 2013, hasta la última, en 2042, los coleccionistas pueden concebir una obra de arte, ya sea en su versión de 1 botella o en la caja de 3 botellas. La caja de una botella permite crear una torre hexagonal mientras que la de 3 botellas hace posible la construcción una obra monumental de 2,10 m x 1,80 m. Estas últimas Cromointerferencias pueden montarse en la pared, siguiendo un patrón diseñado por el maestro venezolano. Después de 30 años, el resultado será una obra que admite 90.000.000.000.000.000.000.000.000.000.00 de combinaciones diferentes.
Como en las ediciones anteriores, las botellas y las cajas están firmadas y numeradas por Carlos Cruz-Diez, y cada una incluye un certificado de autenticidad. Tanto las botellas como sus cajas forman parte de una propuesta única, que trasciende la experiencia del vino y lo convierte en arte. Este es un proyecto que requiere, al igual que los grandes vinos, tiempo para completarse. El vino, de la misma forma que su caja, se presenta en formato de una o tres botellas, que incluye la Cromointerferencia Otazu. El conjunto de la botella, así como su caja, crea una propuesta espectacular que la convierte en una de las ediciones de vino más exclusivas y bellas que existen en el mercado.
Las mejores uvas de Cabernet Sauvignon (71%) y Merlot (29%) dan lugar a Vitral de Otazu 2016, un vino de color rojo cereza de capa alta y aspecto brillante. Después de una vendimia manual en cajas de 12 kg, la uva se despalilló grano a grano. Se efectuó una maceración en frío durante una semana a 5ºC, seguida de una fermentación en barricas nuevas de roble francés de 225 litros durante 18 días durante la cual, las barricas se giraron en seis momentos diferentes del día, realizando cinco giros cada vez. Posteriormente, se llevó a cabo una maceración postfermentativa durante dos semanas y un prensado manual en prensa vertical de 100 kg de capacidad, antes de la fermentación maloláctica, que se realiza en barricas durante dos meses. A continuación, el vino tuvo un paso por barrica de roble francés durante 24 meses antes de su embotellado.
Cromointerferencia Otazu es una obra que escapa a cualquier clasificación y que, además, se fundamenta en la historia y esencia del terroir de Otazu con una perspectiva vanguardista. “Aquí no hay mensaje que descifrar, sino una situación a experimentar, es un descubrimiento, un complejo de descarga perceptual y sensorial que pondrá en juego las sensaciones primarias”. Con estas palabras definió el reconocido artista venezolano del arte cinético-óptico el proyecto con Otazu, una magna obra de arte que significa para Carlos Cruz-Diez “una aventura en el tiempo y el futuro”, que comenzó en el diálogo íntimo de este creador con la Bodega durante su visita a la misma. El sello de Cruz-Diez también late en el corazón de Otazu a través de su obra Ambientación de cromosaturación Otazu (2018), que creó para su Sala de Barricas, donde el vino se mece con los suaves sonidos de los cantos gregorianos.
Carlos Cruz-Diez (Caracas, 1923- París, 2019) vivió y trabajó en París desde 1960. Es una figura esencial de los movimientos de arte cinético y óptico, que promueven la “difusión de la inestabilidad de la realidad” al poner el movimiento y el espacio en el corazón de las obras de arte. Su investigación plástica, basada en cuatro condiciones cromáticas —sustractiva, aditiva, inductiva y reflexiva—, ha provisto al mundo del arte de una nueva manera de entender el fenómeno del color y expandiendo, a la vez, su campo conceptual. El trabajo de Cruz-Diez ha girado alrededor del color concebido como una realidad autónoma, carente de anécdotas, en el presente perpetuo avanzando en el espacio y en el tiempo sin pasado ni futuro. Desde 2005,
Articruz, el taller de Carlos Cruz-Diez en Panamá, emplea toda su energía y esfuerzo en promover diferentes actividades educativas relacionadas con los pensamientos y obras del maestro venezolano.
Otazu
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