El estudio se ha llevado a cabo a partir de la realización de encuestas y monitorización en redes sociales. Una de sus principales conclusiones es que el 45% de la juventud en España dice haber estado expuesta en el último año a bulos sobre sostenibilidad y cambio climático. A pesar de ello, solo el 19% se siente realmente capaz de identificarlos con mucha seguridad, lo que evidencia una vulnerabilidad generalizada ante la desinformación.
Los bulos medioambientales que llegan a los jóvenes adoptan formas diversas, desde falsas alertas sobre la peligrosidad de los coches eléctricos hasta teorías sobre las “ciudades de 15 minutos diseñadas para controlar a la población” o, entre otras, las teorías conspiratorias sobre los “chemtrails” (aviones que liberan sustancias químicas que manipulan el clima a través de agentes químicos o biológicos). Estas narrativas, aunque infundadas, se extienden con facilidad y contribuyen a sembrar dudas sobre políticas y avances en materia climática. De hecho, el 40% de la juventud cree que los bulos sobre sostenibilidad son más frecuentes que los de otros ámbitos.
La juventud no es ajena a este fenómeno y, aunque el 51% afirma que intenta comprobar la veracidad de las informaciones cuando duda de su credibilidad, la sobrecarga de datos y la rapidez con la que circulan los bulos dificultan la capacidad de discernir qué es real y qué no.
Las redes sociales se han consolidado como el canal principal de información medioambiental para la juventud: el 53% recurre a ellas para conocer noticias sobre sostenibilidad, seguidas de la televisión (51%). No obstante, este protagonismo también las convierte en el principal canal de desinformación. Más de la mitad de la juventud (54%) considera que las redes sociales son el espacio donde más bulos circulan sobre sostenibilidad.
Este escenario plantea un desafío adicional: la juventud no solo debe informarse, sino también desarrollar habilidades para filtrar y contrastar el contenido al que accede. Sin embargo, no toda la juventud es igual de vulnerable a la desinformación. Factores como la edad, el género o el nivel educativo influyen en la capacidad para identificar información falsa.
La gran mayoría de la juventud cree en el cambio climático (83%), pero sus posturas frente a esta realidad son diversas. Aunque solo un 5% lo niega completamente, existen otras posiciones que piensan que el fenómeno no se debe a la acción humana y es un proceso natural inevitable, lo que puede frenar la acción climática.
El acceso a información fiable sobre el medioambiente sigue siendo una asignatura pendiente en el sistema educativo. El 46% de la juventud considera que recibió pocos contenidos medioambientales durante su etapa escolar. Sin embargo, no toda la juventud tiene el mismo nivel de conocimientos sobre sostenibilidad. En general, según se incrementa la edad, aumenta también el conocimiento respecto de lo medioambiental. El 28% de quienes tienen entre 16 y 20 años tiene bajos conocimientos en sostenibilidad y energía, mientras que en el grupo de 26 a 29 años este porcentaje se reduce al 14%.
Esta diferencia sugiere que la educación ambiental sigue siendo insuficiente en las primeras etapas formativas y que, aunque el conocimiento aumenta con la edad y la experiencia académica, no está logrando un impacto inmediato.
En un contexto donde la desinformación se ha convertido en un obstáculo para la acción climática, revisar cómo se enseña la sostenibilidad y la lucha contra los bulos en el sistema educativo es fundamental. Si la juventud cuenta con información veraz y herramientas para contrastarla, estará mejor preparada para actuar en favor del planeta.