La tasa armonizada se situó en el 3,1%, frente a un 6,9% de media en la eurozona. La tasa subyacente experimentó un descenso de 0,1 puntos porcentuales hasta el 7,5% –el primer descenso tras cuatro meses consecutivos al alza–. El núcleo inflacionista, que excluye todos los alimentos y los productos energéticos, también se redujo una décima hasta el 5,1%.
El resultado, tanto en la tasa general como en la subyacente, coincide prácticamente con lo previsto el mes pasado. No obstante, en los alimentos no elaborados se ha producido una desviación al alza con respecto a lo esperado, y en los productos energéticos una desviación a la baja.
Dentro de la inflación subyacente, la de los alimentos elaborados se redujo hasta el 16,5%. Algunos productos bajaron su precio, como los aceites no de oliva y los yogures, pero prácticamente todos los demás se han encarecido, de forma más moderada que en el mismo mes del pasado año –de ahí la bajada de la tasa de inflación–, pero, en cualquier caso, de forma más intensa de lo que era habitual en un mes de marzo. Los bienes industriales no
energéticos (BINEs) también han rebajado su tasa, como consecuencia de un comportamiento en vestido y calzado mejor de lo habitual. En cuanto a los servicios, su inflación se incrementó hasta el 4,4% como consecuencia del fuerte encarecimiento de los
paquetes turísticos y de los vuelos internacionales.
Dentro de los grupos más volátiles, los alimentos no elaborados elevaron su tasa hasta el 13,6%, con el ascenso destacado de las legumbres y hortalizas frescas y de la carne de cerdo. En cuanto a los productos energéticos, su tasa de inflación cayó desde el -8,9% hasta el -25,6%, gracias al final de un efecto escalón producido el mes de marzo del año pasado, cuando se encarecieron un 18,2%, reforzado por una bajada mensual de precios del 3,5%.
En suma, la caída de la inflación total en marzo obedeció al final de un efecto escalón en los productos energéticos. La leve bajada de la subyacente indica que el ritmo de subida de precios del resto de productos sigue siendo intenso.
El precio del petróleo, que en la segunda mitad de marzo sufrió una acusada bajada, en las semanas más recientes ha retornado al entorno de los 85 dólares, de modo que se mantiene la hipótesis del escenario central de previsiones en cuanto al precio de dicha materia prima. También se mantiene la hipótesis relativa al precio del gas, habida cuenta de la relativa estabilidad de los precios observados en el Mibgas. Como consecuencia, apenas hay
modificaciones en las previsiones para 2023. En abril tendrá lugar un ascenso de la tasa general de inflación, como consecuencia de otro efecto escalón en los productos energéticos que actuará en sentido inverso al operado en marzo, aunque la tasa seguirá muy por debajo del 6% de febrero. A lo largo del año tendrán lugar diversos efectos escalón, tanto al alza como a la baja, como consecuencia de la fuerte volatilidad que sufrieron los precios
energéticos el pasado año. Asimismo, se espera un lento descenso de la tasa subyacente. Al final del ejercicio, la tasa general y la subyacente convergerán en torno al 5,2%, con medias
anuales del 4,3% y 6,6% respectivamente.
Para 2024 se espera que continue la lenta trayectoria descendente, de modo que las tasas medias anuales esperadas para el índice general y el subyacente son del 3,3% en ambos casos.
En un escenario en el que el precio del gas fuese un 20% superior, la tasa general sería del 4,7% en 2023 y del 3,9% y 2024, mientras que en un escenario alternativo en que fuera un 15% más barato, las tasas medias anuales serían del 4% y del 2,8% respectivamente.