Así el animal, cada vez que se equivoca sufre una descarga. Mientras el Gobierno cada vez que hierra pierde una votación en el Congreso; cada uno experimenta experiencias distintas aunque en ambos casos uno y otros pagan el precio correspondiente.
Además, mientras los científicos observan con atención a los animales y estudian sus reacciones, los socios de Sánchez observan como reaccionan las distintas facciones en las que se descompone el Ejecutivo y aprietan las tuercas políticas en uno u otro sentido para seguir chupando de la ubre de Madrid llenando sus arcas, puesto que prácticamente todas las negociaciones que mantienen se traducen en recursos para su región.
La paradoja es que mientras en el primer caso, el experimento sirve para lograr un adelanto científico que probablemente beneficie a la Humanidad, en el segundo, siempre es un retroceso, una pérdida de libertad, un menoscabo para un aparte de la sociedad española, la mas débil que esta conformada por millones de ciudadanos que simplemente trabajan o al menos buscan una ocupación o están jubilados, o quizá simplemente están en su etapa de formación y el día de mañana tendrán que pagar las tremendas consecuencias de las decisiones que el Ejecutivo tome hoy no pensando en ellos, sino única y exclusivamente en la supervivencia e un Ejecutivo cuya mejor decisión, probablemente seria la de convocar elecciones para que una nueva mayoría gobierne si estar sometida a presiones particulares que nada tiene que ver con el bien general ni las necesidades de una sociedad cada vez mas polarizada por esa misma obsesión de conservar el asiento que termina por llevarnos hacia ninguna parte.
En la ficción científica el animal termina por ser devuelto a su jaula en espera de un nuevo experimento, en la realidad política, los socios no dejan descansar al Ejecutivo, porque este a su vez necesita sufrir la descarga una y otra vez en un afán de supervivencia sin sentido.