El aumento del coste de vida se ha convertido en una de las principales inquietudes ciudadanas, según el ultimo infome de la consultora Ipsos. A esta preocupación, se suma que además España vive instalada en la paradoja económica de que, aunque la moderación de la inflación se ha ido consolidando, la ciudadanía sigue sin percibirla en sus finanzas personales. Esta nueva realidad revela una fractura entre los datos macroeconómicos y la percepción anclada en el día a día de los hogares, donde el alivio no parece llegar y el pesimismo no deja de aumentar.
En este contexto, se observan cambios notables en la atribución de las causas a la escalada de precios. A medida que factores iniciales como la guerra de Ucrania pierden peso, han emergido narrativas con un fuerte componente ideológico que señalan a la inmigración, evidenciando cómo el análisis de la economía se entrelaza con marcos políticos.
En este clima, la inflación se consolida como uno de los grandes focos de preocupación de la ciudadanía. Entre los temas que más inquietan a la población española destacan la corrupción política y financiera (36%), la inflación (29%), el desempleo (28%), la atención sanitaria (27%) y la inmigración (26%).
El estudio revela que, a la hora de explicar el aumento del coste de la vida, la percepción pública no es estática, sino que está en constante evolución. El inicio del conflicto en Ucrania disparó la inflación en España a niveles récord. La crisis de precios, originada en la energía y las cadenas de suministro, supuso el mayor desafío económico en décadas, obligando a reaccionar a los bancos centrales para controlar la escalada de costes. Tras casi cuatro años del estallido de la guerra de Ucrania se observa como pierde peso a la hora de señalarla como causa del aumento de los precios (63%) y mientras la economía global se mantiene como la principal causa señalada (76%), la inmigración emerge como un factor de creciente importancia en el debate público, mencionada ya por casi la mitad (49%) de la ciudadanía en España.
• La idea de que la inmigración encarece el coste de la vida está mucho más extendida entre los votantes de derechas: el 77% de los simpatizantes de VOX y el 61% de los del PP, frente al 43% de los votantes del PSOE y el 20% de los de Sumar.
• España continúa posicionándose como uno de los países más tolerantes con la inmigración en el entorno europeo, siendo el país donde menor proporción de ciudadanos asocia la inmigración con el aumento del coste de la vida.
• El grueso de los hogares en España (36%) se limita a cubrir sus necesidades básicas y un 23% atraviesa serias dificultades para llegar a fin de mes. Son los jóvenes (27%) quienes declaran tener más dificultades económicas.
• Siete de cada diez españoles (69%) anticipan que la inflación seguirá aumentando durante el próximo año.
• El 69% de ciudadanos en España prevé que el coste de su cesta de la compra continuará al alza.
La idea de que la inmigración encarece el coste de la vida no está repartida de forma homogénea en la sociedad, sino que se concentra en algunos grupos muy concretos. En el plano ideológico, esta asociación es mucho más intensa entre los votantes de derechas: el 77% de los simpatizantes de VOX y el 61% de los del PP creen que la inmigración contribuye al aumento del coste de la vida, frente al 43% de los votantes del PSOE y el 20% de los de Sumar. Más allá de la ideología, esta percepción es algo más frecuente entre los hombres (52%, frente al 46% de las mujeres), entre los más jóvenes (51%) y entre quienes tienen estudios básicos (56%).
La preocupación por el impacto económico de la inmigración también muestra un fuerte sesgo político. Aunque solo el 26% de la población española declara estar preocupada por la inmigración, este porcentaje sube hasta el 52% entre los votantes de VOX y al 37% entre los del PP, mientras que se reduce al 18% en el caso del PSOE y al 6% entre los simpatizantes de Sumar. Todo ello sugiere que la inmigración no es una preocupación transversal al conjunto de la sociedad, sino un tema especialmente extendido entre el electorado de derechas. En este contexto de fuerte politización del debate y de foco mediático creciente, el 49% de los españoles termina señalando a la inmigración como una de las causas del aumento de los precios.
Pese a este incremento en la importancia atribuida a la inmigración, la perspectiva europea matiza el diagnóstico. España se sitúa entre los países donde menor proporción de ciudadanos asocia la inmigración con el aumento del coste de la vida. Bélgica es el país donde más se establece esta relación (56%), seguido de Países Bajos (54%), Alemania (53%), Francia (51%) y Polonia (50%). España, junto con Italia, se sitúa en el 49% y Suecia (48%) y Hungría (30%) con valores aún más bajos. Estos datos apuntan a que, aun con el peso creciente de la inmigración en el debate interno, España continúa posicionándose como uno de los países más tolerantes con la inmigración en el entorno europeo.
Más allá de las causas percibidas de la inflación, el estudio traza una radiografía del pesimismo económico en España. El 53% de los ciudadanos en España se declara infeliz con su situación económica actual, según el Happiness Index de Ipsos 2025. Solo un 9% afirma vivir cómodamente y un 31% considera que le va bien; el grueso de los hogares (36%) se limita a cubrir sus necesidades básicas y un 23% atraviesa serias dificultades para llegar a fin de mes. Una realidad que tiene un impacto directo tanto en su capacidad de ahorro como en su bienestar general.
Las dificultades crecen entre los más jóvenes y la brecha económica entre generaciones se hace cada vez más evidente. Casi la mitad de los Baby Boomers (48%) afirma tener una situación financiera cómoda, mientras que entre la Generación Z la fotografía es mucho más preocupante: un 27% de los jóvenes admite tener serias dificultades para gestionar su economía.
Las expectativas a futuro tampoco invitan al optimismo. Siete de cada diez españoles (69%) anticipan que la tasa de inflación seguirá aumentando durante el próximo año. Esta previsión es ampliamente compartida en todo el espectro político, aunque se expresa con mayor intensidad entre los votantes del PP (74%) y de Sumar (70%). El pesimismo se incrementa entre las generaciones de más edad y, de forma significativa, entre las personas con ingresos más elevados (77%), lo que indica que la preocupación por la pérdida de poder adquisitivo se extiende también a los hogares con más recursos.
La cesta de la compra se consolida como epicentro de la presión económica percibida. De cara a los próximos seis meses, el 69% de los españoles cree que aumentará el coste de su compra habitual, el 65% anticipa un incremento en el coste de otros productos para el hogar y el 63% en los suministros domésticos. Un 60% prevé gastar más en ocio y vida social, un 57% cree que aumentará su gasto en combustible para el coche, un 44% anticipa un incremento en el coste total de sus suscripciones y un 33% espera que suba su hipoteca o alquiler. En conjunto, las economías domésticas proyectan un impacto directo y continuado en sus gastos más esenciales y limitaciones en su consumo.
