La constatación de ese lugar de relativa debilidad en el combate de superpotencias en el que se sitúa Europa no implica que haya que dar la batalla por perdida. Guindos estima que profundizar en el Mercado Único traería más inversión y una mayor integración del mercado de capitales, por lo que la receta, mientras perduren, como ahora, numerosas barreras no arancelarias entre socios, está clara. “La única alternativa para Europa es más integración”, ha afirmado. De Guindos describió un mundo de bloques, donde el orden nacido de la caída del Muro de Berlín va desapareciendo, el sistema de reglas multilaterales tiembla, y la globalización, mientras se redibujan las cadenas de suministro para acortarlas, se vuelve más fragmentada. Junto al más Europa, mencionó también la necesidad de más innovación, “un motor clave para la productividad y el crecimiento”, en un momento en que la zona euro apenas crece por encima del 1%, por debajo de sus competidores. “La productividad agregada se ha quedado rezagada en relación
Volviendo a hoy, admitió que la difusión de las tecnologías llamadas a cambiar el mundo está siendo más lenta en Europa, y su impacto más reducido. Y lo achacó a la falta de trabajadores cualificados, al menor tamaño de las empresas, y a la elevada carga regulatoria, algo que, recordó, está tratando ahora de corregir la Comisión Europea con sus programas de simplificación administrativa.
El número dos del BCE llamó a incrementar la autonomía europea frente a EE UU, especialmente en ámbitos como la Defensa, “una prioridad existencial”, y “el asunto que más atención atrae ahora de las instituciones comunitarias”. Pero Europa no solo se construirá en lo militar, con el regreso de las armas, y persisten dependencias en inteligencia artificial, la nube, la computación cuántica, o los medios de pago. Acabar con ellas, o al menos, reducirlas, “es la única alternativa viable si queremos jugar un papel relevante en el contexto mundial”.
Europa afronta ese desafío con ciertas desventajas frente a EE UU, sin una financiación abundante a bajo coste como la que consiguen las firmas al otro lado del Atlántico gracias a unos mercados de capitales más profundos, con mayor tamaño de la renta variable y el capital riesgo. “La capitalización bursátil de las empresas de EE UU ronda los 70 billones de dólares, mientras que las europeas suponen algo menos de la mitad”, comparó. ”Con la eliminación de barreras nacionales, en un Mercado Único, las empresas competitivas podrían expandirse mas y traer oportunidades“. Un vistazo a las siete mayores compañías del mundo por valor en Bolsa refleja esa realidad. Son siete tecnológicas estadounidenses: Nvidia, Apple, Alphabet, Microsoft, Amazon, Broadcom y Meta. Pero la distancia con EE UU va más allá de lo puramente empresarial. “La divergencia entre EE UU y la UE tiene características cíclicas y estructurales. Cuando el crecimiento es bajo, se reduce, y cuando hay recuperación, se eleva”.
A esos comportamientos cíclicos se suman eventos extraordinarios que han perjudicado con más fuerza a Europa. “El freno al crecimiento económico y la renta real debido a los aumentos del precio de energía nos afectó más. Y la mayor incertidumbre en Ucrania ha reducido la productividad más en Europa que en EE UU”. En dos semanas, De Guindos participará en Fráncfort en la reunión para decidir sobre tipos de interés, en un encuentro que se antoja carente de emociones fuertes: todo hace indicar que el precio del dinero se mantendrá en el 2% por cuarta vez consecutiva. La inflación, en el 2,2%, según el dato adelantado de noviembre, sigue muy cerca del nivel objetivo del banco, por lo que Lagarde y los suyos no ven motivos para mover ficha.

