En concreto, los expertos de Simon-Kucher estiman que 3 de cada 4 personas esperan aumentar sus ingresos pero que menos del 20% planea destinar esta mayor renta a incrementar su consumo.
Por otra parte, y según el informe, el consumidor español ha pasado de un “no puedo, aunque quiero” en 2024 a un decidido “puedo, pero no quiero” para 2025.Al respecto, destacan que la tendencia al ahorro es «generalizada» aunque entre los jóvenes es menor: 4 de cada 10 declaran que planean seguir gastando más. Una conducta que atribuyen a una filosofía de disfrutar el presente.
Todo lo anterior, aseguran los autores del informe de Simon-Kucher, ha disparado la tasa de ahorro en España, que ya supera el 20% de los ingresos familiares. Esto es la mayor proporción de los últimos 3 años y uno de los niveles más elevados en la reciente historia de España. Solo le supera el pico registrado durante lo más duro del confinamiento por el Covid en 2020. Para Afán de Ribera, socio de Simon-Kucher y responsable global de los verticales de restauración y hoteles, «el año 2025 va a ser difícil desde el punto de vista comercial». En este sentido, augura que «muchos negocios van a notar la falta de demanda y no va a ser posible reactivarla con una mayor promoción».
Preguntado por la evolución de la demanda Afán apunta que esta «no es más elástica, simplemente es más reducida porque el consumidor elige otra alternativa, o bien de consumo o de ahorro.” En esta línea, el estudio señala 3 razones principales detrás de lo que denomina como «consumo prudente»: la «incertidumbre económica» por los conflictos internacionales y la inestabilidad política, así como el «envejecimiento de la población» que merma el consumo y hace que prevaleza una mentalidad conservadora en el gasto. A todo lo anterior, el estudio suma «la caída de los tipos de interés» que aunque facilita la financiació a medio plazo induce al ahorro a corto plazo.
De cualquier modo, los expertos de Simon-Kucher, señalan que los consumidores participantes en el informe siguen anticipando un aumento del gasto debido a la inflación. Lo que también conllevará un ajuste de su comportamiento. Para esta consultora, lo anterior supondrá «una redistribución del ‘bolsillo de consumo’, con un incremento en prácticas como el downtrading y decisiones más cautelosas sobre cómo y dónde gastar». Por ejemplo, algunas comidas fuera de casa pasarán a convertirse en «tuppers» preparados en casa o la adquisición de productos de las secciones de comida preparada de los supermercados, reservando las salidas a la hostelería para ocasiones especiales. El estudio también concluye que el ocio y los viajes seguirán siendo prioritarios aunque los consumidores tenderán a optar por alternativas más accesibles. En tecnología y productos para el hogar, se impondrá una mayor prudencia, priorizando lo esencial y las compras que aporten un valor tangible y claro. «Este comportamiento marcará una tendencia hacia un consumo más consciente y racional», concluyen en Simon-Kuche