Como se recuerda, la primera ve z que acudió un presidente del Gobierno a una comisión parlamentaria fue en 2006, por el 11-M. Fue Aznar, ya retirado. También lo hizo Zapatero, para equilibrar. Después, llegó Sánchez. Y permitió «que los expresidentes del PP pasen por el Congreso y varias veces». De ahí que Feijoo ahora no tenga ningún reparo en forzar la imagen de Sánchez sentado en el «banquillo» de la Cámara Alta. Un fortín que, con su mayoría absoluta, le permite centrar el tiro por un flanco que debilita, y mucho, a su adversario: la corrupción.
Y es que la aparición de los famosos sobres con billetes y membrete del partido no deja lugar a dudas. La circulación del metálico lleva con rapidez al manejo oculto de dineros con destinos inconfesables de los que no se quiere dejar rastro.
Ante esa situación y tras las correspondientes preguntas del líder de la oposición, Sánchez tenía la opción de explicar la situación o salir por la tangente.
Una vez mas ha elegido la segunda y se ha limitado, como siempre a decir esto y aquello, pero sin contestar ni explicar las dudas que a estas alturas llenan las páginas de todos los diarios no afines al sanchismo.
Máxime cuando los intentos de los coreutas del presidente como el ex lendakari no han servido para nada, sino mas bien todo lo contrario, enfangando algo que para la UCO parece estar claro, la existencia de un circuito de blanqueo, no de financiación, al menos eso es lo que la UCO dice, no lo que trata que diga el señor presidente y sus acólitos que todos ellos repiten como papagayos : “no ha habido financiación irregular del psoe”.
Y la pregunta que surge inmediatamente no es otra que ¿a quién temen en Moncloa?
Porque lo que esta en juego es que alguno de los ocupantes del famoso cochecito de marras que tanto citamos unos y otros cuente de verdad que han estado haciendo estos años, después de su larga gira política y terminen por ser cuatro los imputados y no tres como hasta ahora.
Y mientras eso llega o no llega la calle habla por si misma, y recibe
a Sánchez entre abucheos y gritos de los ciudadanos que se han acercado esta tarde hasta el lugar de celebración de la V Convención Turespaña. El presidente del Gobierno ha recibido reproches ya escuchados con anterioridad y una ciudadana, que se encontraba junto a otros cacereños descontentos, ha gritado «¡hijo de puta!» y «¡perro!» a Sánchez, además de exigirle que dimita. Una vez mas, el blindaje policial, habitual en los actos públicos en los que Sánchez debe acercarse a la ciudadanía, no ha podido parar los reproches al presidente del Gobierno.
Y el día 12 de octubre y la parad militar tradicional está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo llegara hasta ella el presidente?