El BCE ha elevado las tasas en un total de cuatro puntos porcentuales en el último año para frenar un repunte histórico de la inflación y dijo que probablemente volvería a subirlas en julio, después de que sus nuevas previsiones situaron el crecimiento de los precios por encima de su objetivo del 2% hasta 2025. «Tenemos que seguir dependiendo en gran medida de los datos y pecar de hacer demasiado en lugar de demasiado poco», afirmó en un discurso Isabel Schnabel, miembro del consejo del BCE y conservadora declarada, o «halcón». Su temor, compartido por el gobernador del banco central eslovaco, Peter Kazimir, es que si el BCE no consigue erradicar la inflación ahora, ésta podría enquistarse en la economía, obligando a mantener una política restrictiva durante aún más tiempo y causando dificultades a los consumidores de la zona euro más allá de lo necesario.
«La continuación del endurecimiento de la política monetaria es el único camino razonable», afirmó Kazimir, que suele alinearse con Schnabel, en una entrada de su blog. No obstante, el economista jefe del BCE, Philip Lane, expresó una opinión algo diferente, argumentando que depender de los datos también podría significar no subir las tasas durante una o más reuniones y reanudarlas por méritos propios. «La dependencia de los datos podría significar que hoy se decide no subir las tasas, pero una reunión más tarde, dos reuniones más tarde, tres reuniones más tarde, los datos dirán, bueno, en realidad se debe empezar a subir de nuevo», afirmó en un evento en Madrid.
Según indicó, es probable que el BCE vuelva a subir las tasas el mes que viene, pero es demasiado pronto para predecir la decisión de la reunión de septiembre, que dependerá de los datos que vayan llegando. Estos comentarios abren el debate sobre la política monetaria en un momento en que la inflación se está desacelerando, pero el rápido crecimiento de los salarios nominales y la fuerte demanda de servicios pueden frenar o incluso revertir la desinflación.
Las autoridades moderadas de la política económica argumentan que las alzas de tasas aún no han hecho mella en la economía y que los mayores costos de financiación, combinados con un crecimiento anémico, enfriarán de forma natural el crecimiento de los precios.
Sin embargo, Schnabel dijo que las subidas excesivas de tasas pueden revertirse rápidamente, por lo que el riesgo es «comparativamente pequeño», ya que una inflación arraigada supondría un dolor económico prolongado.
«Es muy costoso reaccionar sólo cuando los riesgos al alza para la inflación se han materializado, ya que esto podría desestabilizar las expectativas de inflación y, por tanto, requerir una contracción más brusca de la producción para restablecer la estabilidad de precios», comentó.