Según los fundamentales macroeconómicos, esperamos dos dinámicas diferenciadas: en los primeros trimestres de 2025 una depreciación inicial hacia 0,85. Posteriormente, hacia final de año, y a medida que los niveles de inflación y tipos de interés de ambas economías converjan, deberíamos ver una apreciación gradual hacia el límite inferior del rango. Tanto las dinámicas inflacionistas como la incertidumbre fiscal británica complican que el Banco de Inglaterra pueda acometer bajadas de tipos al ritmo que esperamos que sí lo haga el BCE a principios de año, aunque los riesgos de esta previsión son elevados, toda vez que el Banco de Inglaterra tiene una mayor flexibilidad estatutaria que el BCE para sostener el crecimiento económico, y quizás también una mayor inclinación de sus responsables a hacerlo (hasta 2 de los 9 miembros del Comité de Política Monetaria votaron recortar hasta 50 p. b. la semana pasada).