Entre banderas de Polonia, Estados Unidos y Ucrania, precedido por marchas militares y presentado como una estrella de rock, el presidente estadounidense se jactó de que «Putin esperaba dividir y debilitar a la OTAN, pero lo que ha conseguido es que se sumen Suecia y Finlandia». En su discurso, agradeció a los polacos el hecho de que hayan acogida hasta a millón y medio de refugiados ucranianos y llamó a la población a seguir resistiendo.
Biden consoló a Polonia con una frase que el país desea escuchar casi con desesperación: «La OTAN se mantiene fuerte y se mantiene unida; hoy más que nunca, no hay duda de que el compromiso de Estados Unidos con nuestra alianza de la OTAN y con el Artículo Cinco es sólido como una roca. Todos los miembros de la OTAN lo saben, al igual que Rusia: un ataque a uno de ellos es un ataque a todos. Es un juramento sagrado defender cada centímetro del territorio de la OTAN». Aliviaba así la ansiedad de Varsovia, que percibe el país bajo constante amenaza y que espera que, durante esta visita, Biden prometa el establecimiento permanente de tropas y bases militares estadounidenses en su territorio.
Biden respondió parcialmente al discurso que había pronunciado Putin unas horas antes y afirmó que «nadie tiene la intención de atacar Rusia». Al mismo tiempo, acusó al Ejército ruso de estar cometiendo «crímenes contra la Humanidad en Ucrania», confirmando así que Estados Unidos eleva el nivel de enfrentamiento retórico, tal como había avanzado su vicepresidenta, Kamala Harris, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich el pasado fin de semana. «No se debe apaciguar a los autócratas, hay que oponerse a ellos… Los autócratas solo entienden una palabra: ¡No!». Aseguró que «Ucrania nunca será una victoria para Rusia» y que el apoyo de Occidente «es y será inquebrantable», a pesar de las acciones «extremadamente brutales» de las fuerzas armadas rusas. Biden también enfatizó que el apoyo a Ucrania en los Estados Unidos es bipartidista y mencionó expresamente a Moldavia, a la que también prometió el apoyo de Estados Unidos. «Ahí está también en juego la libertad», dijo, presentando la invasión de Ucrania como una batalla global en la que «no solo Ucrania está siendo probada: Europa está siendo probada, América está siendo probada, Occidente está siendo probado; ¡todas las democracias estamos siendo probadas!».
Biden dio su palabra de que Ucrania será reconstruida y aludió a la historia de Varsovia, devastada también por la guerra y que logró resurgir y volver a brillar en el mundo.
«Putin aprende rápido»
Todos los países que componen el frente oriental de la OTAN han escuchado este discurso con satisfacción, pero también con preocupación, lejos del tono triunfal de Biden. «Está muy bien, pero no debemos subestimar a Rusia», decía Petr Pavel, presidente electo del a República Checa, «es cierto que a Putin no le han salido bien las cosas, pero aprende muy rápido». La propia Polonia, el mismo día de la visita de Biden, procedía a cerrar al transporte de mercancías definitivamente el último paso fronterizo abierto a Bielorrusia. Los camiones, que formaban ya una cola de más de 40 kilómetros en Koroszczyn, tuvieron que darse la vuelta.
«Llamo a todos los jefes de Estado y de Gobierno de los países europeos de la OTAN a tomar decisiones resueltas, a mostrar solidaridad para apoyar a Ucrania con armas, para que tenga algo contra lo que luchar… ¡No tengáis miedo!», dijo el presidente de Polonia, Andrzej Duda, anfitrión y telonero de Biden. «Rusia se está convirtiendo una vez más en un imperio y su ambición es de esclavizar a otros pueblos, a nuestros pueblos. El mundo libre no puede permitir esto y hemos de reconocer los signos de los tiempos: ya no volverá la hora de seguir haciendo negocios como antes”,