Las diferencias están viviendo estos días un nuevo capítulo con la ruptura del pacto accionarial que mantenían las tres familias desde hace décadas para coordinar sus posiciones en el control de la organización. Tras el relevo de Joan Molins Amat, su rama ha decidido abandonar la alianza y dejar solos a los Molins Gil y los Molins López-Rodó que, eso sí, tienen suficiente peso para superar el 50% del capital.
El capital de la compañía con sede en Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) está controlado casi en su totalidad por las tres ramas de la familia Molins. Noumea SA (Molins Amat) tiene el 31,5%, Otinix SL (Molins López Rodó) suma el 33,6% y Cartera de Inversiones CM SA (Molins Gil) ostenta el 25,28%. Entre todos lucen más del 90% del accionariado, a lo que habría que sumar pequeñas participaciones a título individual y un escaso free flow al cotizar en el mercado de corros.
Según consta en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, las tres ramas de la familia mantenían sindicadas sus acciones desde, al menos, comienzos de siglo. Votaban juntos y tomaban las decisiones juntos con una unidad que ya se había resquebrajado desde que la cementera decidió mover su sede social a Madrid. Allí se abrió un conflicto que parecía cerrado con el regreso a Cataluña en diciembre de 2024. La paz apenas duró medio año. La cotizada relevó en junio a Joan Molins Amat como presidente -algo insólito en una empresa con mucha estabilidad en la presidencia- y nombraban a Julio Rodríguez, exconsejero delegado, en el cargo, con el rechazo evidente de la familia Molins Amat.
No pudieron hacer valer el pacto de que el presidente debía ser consensuado por las tres ramas familiares y tuvieron que ceder la presidencia. El predecesor de Joan Molins Amat, Casimiro Molins, no abandonó el cargo hasta su fallecimiento en 2017, por ejemplo.
Por ello, esta misma semana Noumea comunicó a la organización que abandonaba la alianza de sindicación de acciones que había estado vigente por décadas. Así, el pacto ahora mismo congrega solo el 59,7% del capital: un 59% entre los Molins López Rodó y los Molins Gil y un 0,7% que se reparten medio centenar de miembros de la familia Molins a título individual.
La asociación tiene todavía la suficiente fuerza para controlar la cementera, pero lejos queda del 90% del que podría presumir. De hecho, en 2020 la propia Noumea ya retiró parte de sus participaciones del acuerdo debido a que parte de los Molins Amat -no el presidente- eran firmes opositores de la marcha de Sant Vicenç dels Horts e incluso llegaron a judicializar el asunto. El juzgado mercantil número 3 de Madrid dio la razón en 2022 a la cotizada. Ese mismo 17% que ya había abandonado la sindicación hace un lustro trató de promover, sin éxito, el salto de la empresa al mercado continuo en busca de mayor liquidez y mayor visibilidad del valor.
Está por ver si ahora la familia Molins Amat llevará a los tribunales también los acuerdos del consejo de administración del pasado mes de junio.
