Entre los principales motivos de este aumento del Índice de Precios de Consumo (IPC) se encuentra la subida del precio del petróleo, a lo que hay que añadirle el efecto que está teniendo la revalorización del dólar frente al euro en septiembre, divisa en la que se realizan las transacciones, y que viene a perjudicar nuestras importaciones de crudo, cuyo importe se ve afectado además por el tipo de cambio. Además, los economistas mantienen sus previsiones en cuanto a crecimiento (2,3%), tasa de paro (11,8%), déficit público (3,8%-4%) y deuda pública.
No obstante, apuntan hacia una ralentización de la progresión de nuestra economía, «cuya falta de vigor augura que en 2024 refleje estas previsiones y acabe siendo menos intensa, y, en cualquier caso, menor que la de 2023», dicen.
«Aunque el ahorro de las familias ha aumentado, su destino, más que dirigirse hacia el consumo y la inversión, se está dedicando principalmente a amortizar deudas y a la prevención, lo que puede llevar a un debilitamiento de la demanda que se podría hacer más patente en el último trimestre de este año. Ello, unido a la menor contribución de las exportaciones, puede poner en peligro el crecimiento esperado», añaden.
El presidente del Consejo General de Economistas de España (CGE), Pich, ha presentado el informe del Observatorio Financiero y Claves económicas correspondiente al segundo cuatrimestre de 2023, elaborado por la Comisión Financiera y el Servicio de Estudios de dicho Consejo General. «Siendo cierto que todo apunta a que la economía española tendrá este año un mayor crecimiento que el de nuestros homólogos europeos, no lo es menos que este crecimiento no tiene ni la intensidad ni el vigor que debería, por lo que se hace muy necesaria la estabilización política e institucional que ayude a que tanto el cierre de este ejercicio, como sobre todo las previsiones de 2024, no hagan que se confirme la tendencia a la baja que el análisis efectuado y los indicadores nos ponen de manifiesto en el medio plazo».