A decir verdad, China junto con la India han supuesto juntas más del 50% del PIB del planeta en 3.800 de los últimos 4.000 años, lo que hemos vivido desde la revolución industrial es un accidente y muchos apuntan que volveremos a la vieja normalidad. Las proyecciones sobre la expansión futura de cualquier economía basándonos únicamente en el pasado no son aplicables. Sin embargo, es fundamental reconocer que, a medio plazo, una economía solo puede crecer de dos maneras: mediante un aumento constante de las horas trabajadas y mediante aumentos de productividad.
En cuanto a la población china, sigue una trayectoria similar a la de Japón, pero esta tendencia se ve acelerada por la política de un solo hijo, que estuvo en vigor hasta el año 2015. Hace algunas semanas, se dio a conocer que la población china disminuyó en 2,08 millones de habitantes datos oficiales. Aunque esta cifra puede parecer insignificante en comparación con la población total de China, que asciende a 1.409 millones de habitantes, estos descensos marcan el inicio de una tendencia a la baja a largo plazo, con caídas de la población de entre el 0,5% y el 1% anual durante las próximas décadas. Incluso estas cifras podrían ser conservadoras. Un cálculo rápido nos indica que en sólo tres generaciones la población se reducirá casi a la mitad si no aumenta la tasa de fertilidad. O, si se admite una considerable inmigración, cosa que China no hace. China tiene un número sorprendentemente bajo de residentes nacidos en el extranjero, sólo el 0,1% de sus residentes son inmigrantes, porcentaje que contrasta con el 17% en España o el 16% en EE. UU.
El segundo factor clave para un crecimiento a medio plazo es la productividad, que nos permite hacer más con menos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que cuando la productividad alcanza ciertos límites ya no puede crecer de manera significativa. Esta es la situación de China, que tiene una economía sobre invertida e ineficiente.
Hasta el año pasado, un crecimiento económico sostenido permitió que China cerrara la brecha con Estados Unidos en términos de Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, esta convergencia entre las dos mayores economías del mundo se ha frenado. En 2021, el PIB de China representaba el 76% del PIB de Estados Unidos; hoy esta proporción ha descendido al 67%. Se estima que la brecha entre el PIB estadounidense y el chino superará los 8 billones de dólares en 2023, lo que significa 2 billones más que en 2022, según algunas previsiones.
En las próximas décadas, observaremos si se concreta el ascenso de China, un cambio que hasta ahora nunca ha ocurrido de forma pacífica.
En los mercados
Las bolsas cerraron la pasada semana con subidas generalizadas en los principales índices. El S&P500 subió un 1% marcando varios nuevos máximos históricos. En Europa el Euro Stoxx50 recuperaba terreno frente a las bolsas americanas subiendo más de un 4%. Los pobres datos de los PMIs (Indicador económico que proporciona una visión de las condiciones empresariales) en Alemania y Francia, han estimulado la idea de que el BCE podría anticipar al próximo 25 de abril, antes de lo previsto, el inicio de los ajustes en la política monetaria.
En China la tónica sigue siendo la misma, muchas dudas sobre la capacidad de reacción de la economía. El lunes conocimos que un tribunal ordenaba la liquidación de Evergrande, compañía que fue suspendida en bolsa con un valor de mercado de 275 millones de euros frente a los más de 50.000 millones que llego a valer.
En los mercados de renta fija, las rentabilidades se mantuvieron dentro de un rango estrecho, el bono a 10 años estadounidense osciló entre el 4,10% y el 4,20%. La clave para el siguiente movimiento está en manos de los bancos centrales, cuándo y cuánto recortarán los tipos de interés es la clave para los futuros movimientos de todas las clases de activos financieros. En cualquier caso, se ha visto cierta corrección en la rentabilidad de la deuda, nuevas estimaciones hacen referencia a una menor necesidad de incrementar el déficit en Estados Unidos, lo que ha llevado la rentabilidad del bono a 10 años cerca del 4%, caídas similares se vieron en la deuda soberana europea.
De los datos conocidos la semana pasada y que han enfriado los ánimos de los inversores, destacamos el PIB estadounidense que sorprendía con una subida del 3,3% frente a una estimación del 2%, lo que ha demostrado la fortaleza de la economía estadounidense, y su vez, aleja la posibilidad de una recesión en el corto plazo y por lo tanto de una bajada inminente de los tipos de interés.
Esta semana la principal referencia macroeconómica la tendremos en la reunión de la FED y especialmente al discurso posterior donde los inversores estarán muy pendientes de las señales que puedan transmitir desde la FED para intentar anticiparse al inicio de las bajadas de tipos.
Por otro lado, el viernes se conocerá la tasa de desempleo en Estado Unidos, dato que revelará información importante sobre la fortaleza real de la economía, además el martes se conocerá la encuesta privada de empleo (JOLTs) que podría indicar por donde estará el dato del viernes.
En Europa lo más destacable lo tendremos el jueves cuando se conocerá el dato del IPC de la zona euro y volverá a comparecer Christine Lagarde de cuyos comentarios el mercado está expectante ante el esperado movimiento de bajada de tipos.
No olvidemos que estamos en plena campaña de presentación de resultados y es muy destacable que antes de que finalice la jornada del viernes tendremos los resultados de Alphabet, Microsoft, Qualcomm, Apple, Amazon y Meta Platforms, cinco de los siete magníficos que lideraron el mercado bursátil en 2023.
Entre las materias primas hay que destacar la subida de los precios del crudo, provocada por la situación en el Mar Rojo y el frio extremo en Estados Unidos que provocará una muy baja producción de refinados en el mes de enero. El Brent supera los 82$ por barril tras haber marcado máximos por encima de los 84$, situación que no ayuda a controlar definitivamente la inflación.