El riesgo es bajo o muy bajo en el 23% del tejido sectorial y moderado en el 33%. El peor comportamiento financiero se registra entre las agencias fundadas en la última década. El 60% de las empresas de ese segmento presentan riesgos de impago significativos. Entre las agencias entre los 10 y los 25 años de antigüedad este ratio se sitúa en el 27% y cae hasta el 23% entre las de más de 25 años.
De acuerdo con los datos que ofrece Insight View, Madrid (22%) y Barcelona (14%) son las provincias con más agencias de viajes. Teniendo en cuenta las provincias cuyo peso representa al menos el 3% del sector, el ratio de empresas en riesgo elevado de incumplir sus pagos está por encima de la media en Madrid (55%), Málaga (47%), Santa Cruz de Tenerife (47%), Baleares (47%), Barcelona (46%) y Sevilla (46%). El mejor ratio se registra en Alicante (31%), seguido de Las Palmas (37%) y Valencia (42%).
El análisis agregado de las cuentas oficiales presentadas por estas empresas muestra la realidad de un sector que trabaja con una elevada dependencia de la financiación ajena, que representa el 82% del total de sus fuentes de financiación, y una baja calidad de la deuda, ya que el vencimiento del 72% de los fondos ajenos es a corto plazo. En los últimos años, las agencias de viajes han afrontado el cambio en los hábitos de consumo asociados a Internet reinventando su aportación de valor sobre los pilares de la experiencia de compra, la rapidez y sencillez de contratación, las recomendaciones de clientes, el asesoramiento especializado y el abaratamiento de sus costes. El análisis agregado de las cuentas de las 8.000 empresas del sector elaborado con la herramienta Insight View muestra cómo, a partir de 2015, el sector logró devolver el signo positivo a sus ratios de rentabilidad. Sin embargo, la pandemia ha significado un punto de giro para todos estos ratios que mostraron en 2020 y 2021 el peor desempeño de la serie histórica vinculado a los confinamientos y a la abrupta caída del turismo.
La distribución por tamaños empresariales muestra la atomización de un sector donde la presencia de grandes y medianas empresas es testimonial: un 86% son microempresas, un porcentaje que asciende al 96% si añadimos también a las pequeñas.