Solo dos de los nueve miembros que componen el consejo de gobierno del Banco de Inglaterra han votado a favor de no modificar tipos en la reunión de hoy. Pese a las presiones inflacionistas que justifican el nuevo aumento en los tipos, la institución también ha lanzado un mensaje positivo sobre la economía. Ya no prevé una recesión para la economía británica, como sí auguraba en febrero. Ahora calcula que el PIB del país será un 2,25% superior al cabo de tres años de lo que estimaba entonces. Se trata de hecho de la mayor mejora en una previsión de crecimiento en la historia del Banco de Inglaterra.
La institución que preside Andrew Bailey espera un crecimiento del PIB británico del 0,25% en 2023 y del 0,75% el próximo año, descartando por tanto una contracción este año o el próximo. Para la inflación, espera que se haya rebajado al 1,1% en el segundo trimestre de 2025 y al 1,2% en el segundo trimestre de 2026. “La mejora de las perspectivas refleja un crecimiento global más fuerte, precios de la energía más bajos, el apoyo fiscal en el presupuesto de primavera y la posibilidad de que un mercado laboral ajustado conduzca a un menor ahorro precautorio por parte de los hogares”, explica el Banco de Inglaterra.
La inflación en Reino Unido seguía subiendo en marzo a doble dígito, al 10,1% en tasa interanual y apenas tres décimas por debajo del mes de febrero. En ese mismo mes, el alza de precios ya se había contenido al 5% en EE UU y al 6,9% interanual en la zona euro. Tras la reunión de hoy, la apuesta del mercado es que los tipos de interés alcanzarán un tope en Reino Unido en el 4,95% en septiembre. De hecho, el Banco de Inglaterra continúa considerando que los riesgos en torno al pronóstico de inflación “están significativamente sesgados al alza”. La nueva subida de tipos decidida hoy llega pocos días después de las anunciadas por la Fed y el BCE. La Reserva Federal elevó la semana pasada en otro cuarto de punto el precio del dinero y sugirió que podría hacer una pausa, a la vista de que la inflación empieza a moderarse y del impacto que las turbulencias bancarias están causando en el crédito. La publicación de ayer del dato de IPC de abril, que cayó una décima, al 4,9%, confirman esta tesis.
El BCE también subió los tipos el jueves pasado en otro cuarto de punto, al 3,75%. Fue el alza más suave desde que el banco central inició el ciclo de subidas el pasado julio, aunque Christine Lagarde insistió en que no se trata de una pausa y en que será necesario seguir elevando el precio del dinero para combatir la inflación.