Sin embargo, la incertidumbre existente sobre el ritmo de los futuros recortes hace que el euro pueda ser susceptible de una mayor volatilidad en torno a la reunión de esta semana.
No parece haber dudas de que el Consejo de Gobierno recortará sus tipos de interés oficiales en 25 puntos básicos el jueves, situando el tipo de depósito en el 3,5%. Cabe mencionar que, como parte de su marco revisado, el BCE reducirá el diferencial entre el tipo de sus operaciones principales de refinanciación y el tipo de depósito de 50 a 15 puntos básicos a partir del 18 de septiembre. En general, se considera que se trata de un cambio técnico que debería tener poco efecto sobre la política monetaria.
Durante la rueda de prensa de julio, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, indicó que la decisión sobre los tipos de interés en septiembre estaría “muy abierta”. Nosotros, y de hecho el mercado, interpretamos esto como un indicio de que, sin que se dijera explícitamente, estaba a punto de confirmarse otro recorte, a menos que los datos cambiaran drásticamente como para impedirlo.
Desde entonces, los datos macroeconómicos de la eurozona, el entorno exterior y la evolución de los mercados financieros se han inclinado en general a favor de un recorte en septiembre. De hecho, los comentarios oficiales y extraoficiales de los miembros del Consejo de Gobierno sugieren que la reducción de tipos es inminente.
En cuanto al aspecto clave, los datos, la mayoría de las lecturas apoyan nuevos recortes. La inflación de la eurozona ha seguido bajando, hasta el 2,2% en agosto, el nivel más bajo en tres años. La inflación subyacente, aunque elevada, cayó al 2,7%. Las expectativas de inflación, medidas por el swap de inflación 5 años5 años (inflación media a 5 años, dentro de 5 años), también han bajado del 2,3% al 2,1%.
En cuanto a la actividad, las decepciones han sido continuas. Así lo pone de manifiesto el Índice de Sorpresa Económica de Citigroup, que en agosto cayó a su nivel más bajo en casi un año (-60,4) antes de recuperarse un poco. Las cifras de crecimiento del PIB del segundo trimestre se revisaron a la baja, del 0,3% al 0,2%, y el PMI compuesto se sitúa en el nivel de 51,0, lo que apunta a un crecimiento mínimo en el tercer trimestre.
Los datos han sido lo suficientemente decepcionantes como para suscitar inquietud sobre la salud de la economía de la eurozona. La preocupación por la posibilidad de una recesión al otro lado del Atlántico, reforzada por los débiles datos del mercado laboral estadounidense, parece haber acentuado estos temores. Con el rumbo de la economía poco claro, los miembros del BCE parecen discrepar sobre la gravedad del malestar económico en la eurozona, al menos según fuentes de Reuters.
Esta incertidumbre añade peso a la reunión de esta semana y a las proyecciones económicas que presentará el BCE. Podría producirse una rebaja de las previsiones de crecimiento, cuyo alcance habrá que vigilar de cerca. Por supuesto, también prestaremos atención a cualquier comentario de Lagarde al respecto. Es posible que se le pregunte por el impacto de una posible ralentización en EE.UU. sobre el bloque común, aunque es posible que evite hacer comentarios extensos sobre el tema.
Aunque el foco de preocupación parece estar desplazándose de la inflación al crecimiento, el tono del BCE en materia de inflación también será objeto de estrecha vigilancia. Aunque los avances en este frente han sido innegables, parece demasiado pronto para dar el visto bueno. En particular, la inflación de los servicios ha sido elevada y ha aumentado últimamente, y el mercado laboral sigue estando suficientemente tensionado como para justificar la cautela, aunque el crecimiento de los salarios negociados se redujo notablemente en el segundo trimestre. Los inversores estarán atentos a cualquier comentario al respecto, así como a las nuevas previsiones de inflación, que probablemente sufran algunos ajustes a la baja, sobre todo debido a que los precios del petróleo han bajado y el euro se ha fortalecido.
En general, creemos que Lagarde hará todo lo posible por ofrecer muy pocas orientaciones a los mercados, sobre todo teniendo en cuenta el aparente deterioro de las perspectivas de crecimiento. Es probable que se vuelva a insistir en la dependencia de los datos y en el enfoque reunión por reunión.
Los inversores descuentan por completo un recorte de 25 puntos básicos el jueves, por lo que es probable que la reducción de los tipos en sí no tenga prácticamente ningún impacto en los mercados financieros. Sin embargo, dado que solo se asigna una posibilidad de un 40% a un recorte de tipos en octubre, cualquier señal del BCE que apunte a la posibilidad de recortes consecutivos podría desencadenar una cierta caída a corto plazo de la moneda común. Creemos que un mayor énfasis en los riesgos para las perspectivas, unas perspectivas de crecimiento más débiles, así como la comodidad con la inflación y la evolución salarial, podrían aumentar las apuestas a favor de un recorte en octubre, y pesar aún más sobre el euro.
Por el contrario, si se resta importancia a los problemas de crecimiento y se sugiere que los recortes de tipos serán graduales, estas apuestas podrían disminuir, fortaleciendo la moneda única. En nuestra opinión, lo más probable por ahora es que los recortes sean trimestrales. En nuestra opinión, esto podría suponer un cierto impulso alcista a medio plazo para el euro, dada la probabilidad de un ritmo de recortes más agresivo al otro lado del Atlántico.
La decisión de política monetaria del BCE se anunciará este jueves a las 14:15 (CET), y la rueda de prensa tendrá lugar 30 minutos más tarde.