Así lo reconoce el BdE al reconocer que los avances de la economía de Argentina admitiendo que las variables financieras han mejorado de forma notable, que la economía se está recuperando y que todo ello se debe al plan de ajuste y las reformas estructurales del Gobierno de Javier Milei. El análisis del BdE comienza destacando que «el plan de ajuste del Gobierno (recortes del gasto público y fuerte devaluación del tipo de cambio oficial) logró reducir rápidamente la inflación, que pasó del 25% intermensual en diciembre de 2023 al 2,2% en enero de 2025». El ancla fiscal de Milei que ha supuesto recortes equivalentes al 5% del PIB en gasto público casi de golpe (un recorte histórico) ha logrado acabar con el crecimiento de la base monetaria, que durante años ha sido usada para financiar el déficit público.
Además, el informe profundiza y señala que «las expectativas de inflación han convergido hacia una tasa del 2% mensual, que coincide con la tasa de devaluación mensual preanunciada del tipo de cambio oficial efectiva hasta el 31 de enero. La convergencia en las expectativas de inflación se debe a la mayor credibilidad derivada de una política fiscal más sostenible, ya que durante el año 2024 se alcanzó el equilibrio fiscal».
¿Por qué es importante esto? Controlar las expectativas de inflación es fundamental porque estas influyen directamente en el comportamiento de consumidores, empresas y mercados financieros, lo que puede hacer que la inflación se perpetúe o incluso se intensifique. Si las personas y las empresas creen que los precios subirán en el futuro, es más probable que actúen en consecuencia: los trabajadores exigirán salarios más altos para mantener su poder adquisitivo, las empresas aumentarán sus precios para cubrir costes anticipados y los inversores ajustarán sus decisiones financieras. Este fenómeno, conocido como inflación autoalimentada, puede generar un círculo vicioso en el que la inflación futura se convierte en una profecía autocumplida. Por eso, los bancos centrales prestan especial atención a las expectativas y utilizan herramientas como la comunicación estratégica y las políticas monetarias para anclarlas en niveles compatibles con la estabilidad de precios.
Además, unas expectativas de inflación bien ancladas permiten que las medidas de política monetaria sean más efectivas y menos costosas en términos de crecimiento y empleo. Si los agentes económicos confían en que el banco central mantendrá la inflación bajo control a medio y largo plazo (es lo que está intentando hacer Javier Milei junto con el banco central), la reacción de los mercados será más moderada ante fluctuaciones temporales de los precios.
Por el contrario, si las expectativas de inflación se descontrolan, el banco central puede verse obligado a endurecer su política monetaria de manera agresiva, elevando los tipos de interés de forma brusca y provocando una desaceleración económica o incluso una recesión. Por ello, gestionar las expectativas es una herramienta clave para evitar decisiones drásticas y garantizar un ajuste más suave de la economía, según dice la teoría económica. Pero aún queda trabajo por hacer, como señala el BdE. Hay que consolidar estas nuevas tendencias para recoger mayores frutos.
En este sentido, el BdE apunta que «para mantener y consolidar los avances conseguidos será necesario profundizar en las reformas fiscales (con el fin de reducir la complejidad y las distorsiones del sistema fiscal) y hacer más sostenible el gasto público (principalmente salarios y pensiones), así como las relaciones fiscales con las provincias».
Además de todo lo anterior, el Gobierno de Milei ha introducido una batería de reformas que están ayudando a mejorar varios indicadores financieros y allanando el terreno para lograr una recuperación sólida y estable: «Impulsada por numerosas reformas estructurales, continúa la evolución positiva de los mercados financieros en Argentina, aunque persisten retos en el mercado cambiario. Entre las principales acciones emprendidas por el Gobierno en el ámbito de la desregulación económica el año pasado se encuentran la liberalización del mercado de alquileres, la flexibilización del mercado de trabajo y la desregulación parcial del comercio internacional, así como la aprobación de una ley que favorece las inversiones en algunos sectores de la economía, como la minería», sentencia el BdE.
«Asimismo, en el segundo semestre de 2024 comenzó una reestructuración del sector público a nivel nacional. En este contexto, se ha producido también una mejora de las variables financieras. La brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se ha reducido considerablemente y el banco central argentino ha vuelto a acumular reservas internacionales», señala el análisis sobre las economías de Latinoamérica del BdE.
Además, el informe también recalca que durante la segunda mitad de 2024 también se registró una mejora sustancial de los índices bursátiles y del diferencial soberano. Este diferencial soberano medido a través del riesgo país (la diferencia entre el tipo de interés del bono de EEUU y el de Argentina) se ha desplomado desde los más de 2.500 puntos de hace algo más de un año a los 748 puntos actuales (ha llegado a caer a la zona de 600 puntos básicos en enero de este año).
Pese a todo, aún queda mucho trabajo por delante y este año tendrá lugar una de las fases más peligrosas: el fin del cepo cambiario, lo que dejará la libre circulación de capitales, algo muy positivo para atraer inversión, pero que también viene acompañado de riesgos, puesto que el peso argentino no gozará de la protección del banco central: el peso argentino tendrá que nadar en el mar del mercado de divisas sin manguitos.
En la actualidad, «persisten los controles de capitales y el tipo de cambio efectivo real se ha apreciado considerablemente desde diciembre de 2023, hasta situarse en niveles más apreciados que su media histórica. Por tanto, si el atraso del tipo de cambio se resolviera con una fuerte depreciación del tipo de cambio nominal que desanclara las expectativas de inflación, ello podría poner en peligro el programa de ajuste», culmina el informe.