En efecto, tal y como se había venido anunciando tal el BCE ha ejecutado un nuevo recorte de 25 puntos básicos, por lo que el tono de la presidenta del organismo, Christine Lagarde, en la conferencia de prensa posterior a la reunión, ha sido determinante para el comportamiento de la divisa comunitaria.
En este sentido, los últimos datos de inflación de la eurozona, que ha caído en septiembre al al 1,7% interanual desde el 2,2% de agosto, mientras que la subyacente ha bajado al 2,7% desde el anterior 2,8%, y con las economías del Viejo Continente, con Alemania a la cabeza, luchando por mantenerse a fllote, no dejan otro margen al BCE que no sea el de seguir bajando los tipos de interés.
Por ello, los movimientos del cable euro-dólar dependen no solo del BCE, sino también de los datos económicos de EEUU, como las ventas minoristas y la producción industrial. «Cualquier sorpresa en estas cifras podría desencadenar una volatilidad adicional en el par cambial», indica Ferreira. Y así ha sido. Las ventas minoristas estadounidenses han crecido un 0,3% en septiembre, y aceleran después de la expansión del 0,1% de agosto, mejorando las expectativas de consenso, que anticipaban un avance del 0,3%.
«El euro ha mostrado un comportamiento a la baja frente al dólar estadounidense, posicionándose como una de las divisas con peor desempeño en la jornada. Vale la pena mencionar que el EUR/USD ha caído desde los 1,12 a finales de septiembre hasta situarse en torno a los 1,08, lo que representa una pérdida de más del 3% de su valor frente al dólar.