El 5,9% fueron personas que se incorporaron a su último empleo hace menos de tres meses, el porcentaje más alto después del 6,4% de Dinamarca y que empata con Finlandia. Pero este dato se ve contrarrestado por el 5,1% que aportan las personas que abandonaron su último empleo en el mismo periodo, una tasa que es la más alta entre los Veintisiete. la combinación de ambas métricas convierte a nuestro mercado en el más ineficiente de Unión.
Ello afecta a unos 2,4 millones de personas, de los que 1,29 son nuevos empleados y 1,11 son nuevos parados. En el cuarto trimestre la cifra era de 2,44 millones (1,27 recién ocupados y 1,12 recién desempleados)..Una mejora de 40.000 personas pero que no parece haber mejorado demasiado en los últimos años. Eso sí, hay que tener en cuenta el repunte en las cifras de las personas trabajando, que explica que, en términos de tasas, la mejora sea algo más notoria: hace tres años, un 5,5% de los ocupados perdían su empleo mientras un 6% acababan de emepzar en un nuevo empleo. Es decir, la destrucción trimestral de empleo se modera, pero la creación no aumenta. Con ello, la rotación laboral sigue siendo la más elevada, aunque se ha reducido del 12,2 al 11%.
Nuestro país presenta la paradoja de tener un porcentaje de nuevos ocupados propio de un país nórdico (además de Dinamarca y Finlandia, solo se nos acerca Suecia) pero su tasa de nuevos desempleados no se parece a nadie. El país con el porcentaje más próximo, Finlandia, anota un 4,1%, seguido del 3,9% de Francia.
En este contexto, si se analiza la serie histórica de los datos que publica Eurostat, que se remonta a 2009, se aprecia que tras la Gran Recesión los nuevos ocupados han ganado terreno a los nuevos desempleados, pero en la pandemia la tendencia se invirtió con rapidez. La reforma laboral de 2021 debería haber tenido un efecto de freno en ese comportamiento, pero el hecho es que la ‘brecha’ entre entradas y salidas se mantiene. Es más, el porcentaje de recién ocupados se ha reducido de una forma similar al de las nuevas salidas. Algo, en principio lógico por la firma de más contratos, pero cuando se produce en el país con la mayor tasa de paro de la UE supone una pérdida del dinamismo que lastra la reducción del paro.
Así las cosas, la rotación laboral sigue siendo la gran asignatura pendiente del mercado de trabajo en España.