Así lo afirma Escrivá, en su tribuna del anuario 2024 de El Independiente, recalcando la importancia de apoyar una recuperación económica gradual, apoyada en el incremento de la demanda interna en un entorno en el que se espera un crecimiento plano, marcado por la inestabilidad en países como Francia o Alemania. «Al reducir los tipos de interés, podrían animarse el gasto y la inversión, lo que a su vez debería impulsar la demanda interna. Este crecimiento de la demanda es crucial para una recuperación económica sostenida».
Dado el vínculo que existe entre los tipos de interés y el Euríbor, el índice de referencia del 80% de las hipotecas en España, es posible que una bajada promovida por el BCE tenga como consecuencia más inmediata un abaratamiento de las hipotecas una vez llegue la fecha revisarlas, especialmente en las que son de tipo variable. Esto podría dejar más dinero disponible para las familias, lo que a su vez incentivaría el consumo, como apunta Escrivá. Sin embargo, en economía las cosas no son tan fáciles. Las familias, por ejemplo, podrían optar por ahorrar ese dinero. De hecho, es un escenario probable: el Banco de España ya ha expresado en alguna ocasión su preocupación por el bajo ritmo del consumo en relación con el crecimiento de los grandes datos macro. Tras una gran crisis económica y una pandemia, y con guerras abiertas en Ucrania y Oriente Medio, los españoles se han vuelto más prudentes en el gasto que nunca.
Una bajada de tipos, además, estrecharía los márgenes de actuación de los bancos, que se verían obligados en todo caso a prestar dinero más barato. Hay que recordar que son precisamente estos márgenes, logrados en un entorno de tipos altos, lo que justificó en su día la puesta en marcha del llamado impuesto a la banca. Hoy, con bajada de tipos o sin ella, este impuesto se mantiene, aunque con un diseño distinto que entrará en vigor en 2025, con lo que los bancos tendrán que abonarlo en 2026: grava con entre un 1% y un 7% el margen de intereses y comisiones de las entidades bancarias. Por otro lado, una bajada de tipos pondría más capital a circular, con lo que el euro se depreciaría frente al dólar.
Precisamente, Escrivá advierte en su columna de la incertidumbre con la que arranca el nuevo año bajo la sombra del segundo mandato del presidente estadounidense, capaz de desatar una guerra comercial que haga tambalearse el tablero. «Factores geopolíticos, como los conflictos que acontecen en Oriente Medio y Ucrania, así como las recientes elecciones en Estados Unidos, hacen que sea muy complicado hacer predicciones precisas sobre el comportamiento de la economía mundial el próximo año», añade el también exministro.
Cualquier recorte adicional por parte del guardián de la política monetaria estadounidense quedará condicionado a los avances en materia de inflación, así como a la fortaleza que demuestre su mercado laboral. Sin embargo, el paquete proteccionista del nuevo mandatario norteamericano podría tener efectos en los precios que obligasen a la Fed a pisar el freno.