De cara a un futuro próximo que se prevé «turbulento» ante el nuevo shock que supone el radical giro en la política comercial y de defensa americana que ha introducido la Administración Trump, mantener el buen desempeño actual de la economía española «será un reto complicado», según ha alertado Fedea y en este sentido aporta un documento en el que repasa la evolución de la economía española en comparación con la media europea desde la llegada de la pandemia hasta la actualidad y analiza las principales medidas económicas y sociales tomadas en los últimos meses por el Gobierno español para mitigar los efectos de la guerra de Ucrania sobre los precios.
Su primera parte repasa la evolución de la economía española en comparación con la media europea desde la llegada de la pandemia hasta la actualidad. La segunda parte se dedica al análisis y valoración de las principales medidas económicas y sociales tomadas en los últimos meses por el Gobierno español para mitigar los efectos de la guerra de Ucrania sobre los precios de ciertos bienes y servicios básicos. El Anexo contiene una compilación de tales medidas desde el inicio de la crisis.
Tanto a nivel nacional como europeo, en 2024 se ha registrado un repunte del crecimiento tras la desaceleración del año anterior. La economía española ha mantenido el diferencial positivo de crecimiento con la media europea del que ha gozado en los últimos años, recuperando así parte del terreno perdido con respecto a sus vecinos durante la pandemia. Si tomamos el conjunto del período entre 2019 y 2024, el PIB español ha aumentado un 6,9% en términos reales, ligeramente por encima de la media de la UE. Por su parte, el PIB per cápita real ha crecido un 3,2%, lo que nos sitúa en la parte inferior de la distribución, aunque por delante de Francia y Alemania. Si nos ceñimos a 2024, sin embargo, España se sitúa claramente por encima de la media en términos de ambos indicadores, en el tercer puesto (detrás de Croacia y Dinamarca) por crecimiento del PIB total (el 3,2%) y en el sexto (detrás también de Polonia, Bulgaria y Grecia) si consideramos el crecimiento del PIB per cápita (el 2,3%).
La evolución del empleo durante el ejercicio ha sido también positiva. A cierre del año todos los indicadores de ocupación, incluyendo las horas trabajadas, se situaban ya claramente por encima de sus niveles prepandemia. Con todo, las limitaciones de los datos existentes sobre los trabajadores con contratos fijos discontinuos apuntan a la necesidad de una cierta prudencia en la interpretación de la evolución del desempleo. Así, mientras que el paro registrado se ha reducido en 600.000 efectivos entre diciembre de 2019 y diciembre de 2024, el paro efectivo (en el que se incluyen los trabajadores con contrato fijo discontinuo que se han inscrito en el SEPE como demandantes de empleo) sólo ha caído en unas 70.000 personas.
En la misma línea, el buen desempeño relativo de nuestros país en años recientes debería verse con una cierta precaución, como un fenómeno posiblemente coyuntural debido en buena parte al efecto de fuertes vientos de cola en España y del mayor impacto de la crisis de Ucrania en otras partes de Europa, y no necesariamente como el fruto de un cambio estructural que marque una ruptura de la tendencia de medio plazo hacia la pérdida de renta relativa con respecto al promedio de la OCDE iniciada en torno al año 2000. Entre esos vientos de cola están el buen comportamiento del turismo, que debe mucho a factores exógenos, incluyendo la elevada inseguridad de algunos de nuestros potenciales competidores, el fuerte influjo de fondos europeos para la recuperación del Covid, el rápido crecimiento de la población como resultado de fuertes influjos migratorios y la relativa lejanía, tanto física como comercial, de Rusia y Ucrania. De cara a un futuro próximo que se prevé turbulento ante el nuevo shock que supone el radical giro en la política comercial y de defensa americana que ha introducido la administración Trump, mantener el buen desempeño actual de la economía española será un reto complicado.
Tras el rápido descenso de 2023, la inflación ha tendido a estabilizarse tanto en la UE como en España a un nivel ligeramente superior al objetivo del 2%. El ejercicio se ha cerrado con la inflación general y la subyacente ligeramente por debajo del 3% en ambos territorios. La moderación de la inflación ha permitido la bajada de los tipos de interés, que se han reducido en torno a un punto durante 2024. Finalmente, la evolución de las cuentas públicas durante estos años se ha caracterizado por un peso creciente tanto de los ingresos como de los gastos, que han aumentado en 3,5 puntos entre 2018 y 2024. Tras acercarse al 10% del PIB en 2020, el déficit público se ha reducido rápidamente con la recuperación hasta volver en 2024 a su nivel prepandemia, sólo ligeramente por debajo del 3% del PIB, un nivel que no nos deja demasiada holgura para hacer frente a la próxima crisis, que ya ha comenzado.
En materia de política económica, el Gobierno ha continuado con la retirada gradual de las medidas tomadas para ayudar a los hogares a hacer frente a la fuerte subida de los precios de los productos y servicios básicos. Así, las medidas de alivio tributario a los precios de la energía y los alimentos básicos han ido expirando a lo largo de 2024 o a comienzos de 2025. Por otra parte, las bonificaciones de precios del transporte público colectivo se prorrogan hasta junio de 2025 y se integrarán después en nuevo esquema de ayudas que mantiene bonificaciones importantes, especialmente para los más jóvenes. Las medidas de tipo “escudo social”, finalmente, se prorrogan durante todo 2025 y no parece que haya planes para levantarlas pronto.