En concreto, la consultora destaca que la tasa de desocupación de oficinas sigue aumentando, alcanzando el 11% en Madrid y el 12% en Barcelona. “La nueva tendencia de transformación de oficinas en viviendas alternativas en Madrid y Barcelona, impulsada por una mayor demanda de viviendas y una disminución en la contratación de oficinas, representa una oportunidad significativa de revalorización para los propietarios de estos inmuebles, siempre que sigan la hoja de ruta adecuada”, afirma García-Mateo, socio responsable de inmobiliario en área de estrategia y transacciones de EY.
“El mercado inmobiliario no puede seguir obviando la consolidación del teletrabajo y la necesidad de ofrecer viviendas en alquiler con servicios a los ciudadanos. Esta transformación debe llevarse a cabo dentro del casco urbano, no en las ciudades dormitorio como se ha hecho hasta la fecha”, prosigue García-Mateo.
Para la capital, esta firma calcula que existen 1,8 millones de m2 que deberían reconvertirse en residencial en el medio plazo, lo que daría como resultado alrededor de 20.000 nuevas viviendas. ¿Y en qué zonas en concreto? En gran parte dentro del anillo de la M-30. Por ejemplo, en el barrio de Serrano y Velázquez (donde podrían salir 1.599 nuevas viviendas); en Almagro y Génova (1.405 unidades); en Alberto Alcocer y Príncipe de Vergara (1.987 unidades), o en Santa Engracia y Quevedo (1.204 unidades). Pero también fuera de la almendra central, en áreas como Avenida de América (1.305); Josefa Valcárcel (2.506); Arroyo de la Vega y Alcobendas (2.140), o Majadahonda y El Plantío (1.881).
En el caso de Barcelona, la edificabilidad reconvertible a residencial sería de 765.000 m2, para 7.632 casas. En este caso, los apartamentos se concentrarían principalmente en el área de Francesc Macià (3.632 unidades); Sants (1.140), y en el resto del distrito de negocios comprendido entre Sants, travessera de Gràcia, Via Augusta, rambla de Catalunya, Gran Vía Carlos III y General Mitre (con 2.014 viviendas).
Para García-Mateo, este fenómeno podría no solo mitigar la actual escasez de vivienda, sino que también pondría en valor un mercado de oficinas que tiene exceso de oferta, eliminando una parte de su inventario, lo que para los propietarios favorecería el aumento de los precios de alquiler de los edificios que permanezcan.
Desde EY se insiste en que la Administración debería contribuir en este proceso agilizando los trámites urbanísticos precisos para facilitar los cambios de uso.