La operadora saudí irrumpió el pasado 5 de septiembre en Telefónica con un 9,9% del capital social de la empresa –4,9% a través de acciones directas y un 5% a través de derivados financieros– y está participada por el Gobierno de Arabia Saudí a través del fondo de inversión soberano PIF (Public Investment Fund), que posee el 64% de la compañía.
Por ello, Fitch Ratings ha encuadrado a la compañía como una «entidad relacionada con el Gobierno» y ha destacado que STC «desempeñará un papel importante» en la implementación de la estrategia del Ejecutivo saudí en el sector digital como parte del programa de inversión ‘Visión 2030’, con el que el país busca diversificar su economía más allá del petróleo.
Fitch también ha resaltado que el perfil crediticio de STC es «uno de los mejor calificados» por la agencia en el sector de las telecomunicaciones, si bien ha matizado que su nota se ve limitada por las presiones en su margen operativo, por un flujo de caja libre «históricamente volátil» y por su «diversificación geográfica» reducida.
En cuanto a este último factor, además de la inversión en Telefónica, STC se encuentra entre los pretendientes que habrían estado estudiando una posible adquisición de las operaciones portuguesas del grupo de telecomunicaciones Altice, controlado por el multimillonario Patrick Drahi, según indicaron a Bloomberg fuentes conocedoras la semana pasada. Otras compañías telefónicas y algunos fondos también habrían evaluado el negocio, que opera bajo la marca MEO, y podrían presentar ofertas iniciales antes de Navidad, dijo una de las fuentes.
Acerca de ser una de las ‘telecos’ mejor calificadas por Fitch Ratings, la agencia ha hecho hincapié en que en comparación con empresas tradicionales de Europa occidental como Deutsche Telekom (‘BBB+’ con perspectiva estable), STC tiene márgenes operativos y flujos de caja libre «más sólidos», un apalancamiento menor pero «una diversificación geográfica más débil».