De hecho, desde la agencia esperan que nuestro país siga «avanzando en la reducción del déficit, pero a un ritmo más modesto, ya que anticipamos que el crecimiento de los ingresos se modere». Y es que, para Fitch, los riesgos financieros en los países periféricos se han reducido gracias a la mejora de los indicadores fiscales y al apoyo presupuestario proporcionado por los fondos de la Unión Europea (UE). «Un mecanismo de protección del Banco Central Europeo (BCE) – en forma de instrumento de protección de la transmisión, TPI -, sirve como factor de apoyo adicional para todos los países de la eurozona, ya que creemos que el BCE sigue decidido a evitar el nivel de fragmentación de hace una década».
Además, remarcan que los Estados miembros de la UE están sujetos a un nuevo marco fiscal, que entrará en vigor en 2025, y la mayoría de los países ya han elaborado sus planes plurianuales de conformidad con las nuevas normas. «La reintroducción de las normas fiscales puede servir de ancla, aunque persistan algunas incertidumbres sobre la aplicabilidad del marco. Los países de la región que se encuentran bajo el Procedimiento de Déficit Excesivo (Bélgica, Francia, Italia y Malta) se verán especialmente presionados para lograr algunos ajustes en el horizonte de medio plazo requerido», añaden desde la calificadora.
Por ello, Fitch prevé que la divergencia en el desempeño fiscal entre los países de la región persista en 2025. «La situación fiscal de la región ha mejorado solo modestamente en 2024 (en total, un 0,1% del PIB) y esperamos que esta tendencia continúe el próximo año. La consolidación seguirá siendo gradual, con la excepción de unos pocos países, como Francia, que se ajustarán más rápido debido a las crecientes presiones fiscales. Alrededor de dos tercios de los países soberanos de Europa occidental seguirán registrando resultados fiscales más débiles en 2025 que antes de la pandemia», indican.
En este sentido, en Fitch creen que los gobiernos seguirán enfrentándose a disyuntivas difíciles en materia de políticas, debido a las presiones persistentes en materia de gasto y la desaceleración del crecimiento de los ingresos, a medida que se suaviza el avance del PIB nominal.
«Las presiones relacionadas con el envejecimiento de la población se agudizarán y los gobiernos de la región afrontarán exigencias adicionales para aumentar el gasto en defensa por encima del 2% del PIB. Los mayores rendimientos de los últimos dos años contribuirán a un ligero aumento de la carga de los tipos de interés, lo que dificultará los ajustes fiscales», subrayan en la agencia.