«Se espera que la tasa de crecimiento anualizada superior al 3% observada desde mediados de 2023 disminuya gradualmente a medida que se normalicen las exportaciones y el crecimiento de la población en edad laboral, lo que reduciría el crecimiento del PIB del 2,5% en 2025 al 1,8% en 2026», detalla el organismo. A más largo plazo, indica que «el envejecimiento demográfico mantendría posteriormente el crecimiento cerca de su potencial a medio plazo de alrededor del 1,7%».
Además, el FMI considera que el país «verá contenido» el impacto de los aranceles que está implementando Donald Trump «por la limitada exposición comercial directa e indirecta de España a Estados Unidos».
«Se proyecta que el crecimiento del consumo se mantenga sólido, con continuos aumentos salariales reales y una disminución gradual de las tasas de ahorro de los hogares que compensarán la menor creación de empleo. La inversión debería repuntar gracias a la bajada de los tipos de interés, el progreso en la ejecución de los fondos Next Generation EU (NGEU) y un aumento en la construcción de viviendas para satisfacer la demanda acumulada», valora. A medida que el crecimiento se desacelera, el organismo cree que «la tasa de desempleo se mantendrá estable en torno al 11% a medio plazo», y proyecta también «que tanto la inflación general como la subyacente seguirán disminuyendo y volverán a situarse cerca del objetivo del BCE a finales de 2025, apuntaladas por una moderación gradual de los salarios nominales y una desinflación de los precios de la energía».
En el capítulo de las amenazas, el FMI asegura que «una mayor escalada de las medidas comerciales, en particular las que involucran directamente a la UE, constituye un riesgo externo clave». «En el ámbito interno, la fragmentación política podría dificultar la respuesta fiscal si la reducción del déficit de España no cumple con sus compromisos en el marco de gobernanza de la UE o si surgen inquietudes en el mercado sobre los riesgos soberanos en Europa».
Otro riesgo se relaciona con la «continua moderación de la inversión, debido, entre otros factores, a los persistentes cuellos de botella en la oferta de construcción, la prolongada incertidumbre nacional y mundial, o una ejecución más lenta de lo previsto de los fondos NGEU».
«En cuanto a la inflación, aumentos más persistentes de lo previsto en los costes laborales unitarios, debido a presiones salariales sostenidas o un crecimiento decepcionante de la productividad, podrían ralentizar el proceso desinflacionario», concluye.