El último en sumarse a las revisiones al alza del PIB español ha sido el Fondo Monetario Internacional. En su informe de proyecciones globales publicado este martes el organismo con sede en Washington ha elevado cinco décimas su cálculo de abril y sitúa el avance del PIB nacional en el 2,4% este ejercicio, en línea con las estimaciones que el Gobierno ha incorporado al nuevo cuadro macroeconómico -eje de los Presupuestos Generales del Estado de 2025- y ligeramente por encima de las del Banco de España (+2,3%).
Esto no sólo convertirá a la economía nacional en la más dinámica de la Eurozona en 2024, sino que la situará además como la segunda que más crezca entre las avanzadas del planeta tan solo por detrás de Estados Unidos (+2,6%). España avanzará doce veces más que Alemania, tres más que Italia y dos veces y media más que Francia. De cara al año que viene, el FMI contempla una leve desaceleración del PIB hasta el 2,1%, mismo ritmo de avance que preveía hace solo tres meses.
Lo relevante de esta mejora es que se produce en un contexto que sigue marcado a fuego por la incertidumbre, como revela el título del informe elaborado por sus economistas: ‘La economía global contra las cuerdas’. El organismo capitaneado por Kristalina Georgieva advierte de que la inflación de los servicios –que trae de cabeza a los principales bancos centrales por su persistencia- está poniendo trabas al proceso de contención de los precios y complica la normalización de la política monetaria. Esto eleva el riesgo inflacionario y apunta a un panorama de tasas de interés más altas durante más tiempo en medio de crecientes tensiones comerciales y de incertidumbre política.
Al igual que ha sucedido en el caso español, el crecimiento ha sorprendido al alza en el primer trimestre en muchos países, no así en Estados Unidos y Japón. La primera economía mundial se ha visto afectada por el enfriamiento del consumo, uno de sus principales motores, y por la contribución negativa del comercio. Los brotes verdes sí se han apreciado en Europa, gracias a la mejor actividad de los servicios. En estas actividades las tasas de inflación se mantienen por encima de la media, en un contexto en el que los precios de los bienes tienden, por el contrario, a moderarse.
El organismo pone el foco, además, en el aumento que están registrando los salarios nominales, que sigue siendo vigoroso –de hecho, supera la inflación de precios en algunos países- debido a las negociaciones que empresas y sindicatos mantuvieron a comienzos de año y a unas expectativas de inflación «que se mantienen por encima del objetivo” en el más corto plazo. A la vez, el pago de intereses de la deuda a causa de los tipos puede ejercer presión sobre la disciplina fiscal, que en algunos países ya se encuentra condicionado «por la incapacidad de frenar el gasto o aumentar los impuestos», apuntan los economistas del FMI.
Pese a estas dificultades, el organismo mantiene en el 3,2% y en el 3,3% sus previsiones de crecimiento para este y el próximo año, respectivamente, en un contexto en el que la energía se abaratará un 4,6% de media, menos de lo previsto en abril por la dureza de los recortes que han aplicado los países productores de la OPEP+ (la Organización de Países Exportadores de Petróleo, incluidos Rusia y otros exportadores) y de la menor, «aunque todavía presente», presión sobre los precios que viene ejerciendo el conflicto en Oriente Medio.
Habrá medidas de normalización de la política monetaria por parte de los principales bancos centrales del planeta en el segundo semestre, aunque con ritmos diferentes en función de la inflación. También será diferente la aportación al crecimiento global de las distintas áreas económicas del planeta en relación a lo que se había previsto. En el caso concreto de la Eurozona, la desaceleración habría tocado fondo, si bien la persistente debilidad de la industria apunta a una recuperación más lenta en países como Alemania.
Para el conjunto de países que comparten el euro el Fondo pronostica un avance del 0,9% este ejercicio, una décima superior a lo estimado hace tres veces, impulsado por un mayor dinamismo de los servicios y por unas exportaciones netas que también darán una sorpresa positiva. De cara al año que viene, el tirón del consumo por el aumento de los salarios reales y la mejora de la financiación con la rebaja de tipos prevista impulsarán el crecimiento del PIB hasta el 1,5%.
Los riesgos a corto plazo son ahora más evidentes, sobre todo en el caso de la inflación, sobre todo en el sector servicios, donde los costes de mano de obra representan una elevada proporción de los totales. «Un mayor crecimiento de los salarios nominales, que en algunos casos refleja la recuperación de los salarios reales, si va acompañado de una débil productividad, podría dificultar a las empresas la moderación de las subidas de precios, especialmente cuando los márgenes de beneficio ya están reducidos», sostiene el organismo.
A los desafíos que sigue representando el control de los precios a nivel global se suman los derivados de las tensiones políticas. La posibilidad de que se produzcan importantes cambios en la política económica como consecuencia de las elecciones de este año, con repercusiones negativas para el resto del mundo, ha elevado el nivel de incertidumbre. Los riesgos van desde el «despilfarro fiscal» que puede empeorar la dinámica de la deuda, a un mayor proteccionismo, por ejemplo, con la aplicación de nuevos aranceles comerciales.