Se parte de nuevo del supuesto de una política comercial proteccionista por parte de Estados Unidos, con la aplicación de un arancel universal del 10% sobre las exportaciones de la UE y de tarifas aduaneras específicas a determinados productos como el acero, el aluminio y los automóviles. Por otra parte, se anticipa una mayor expansión fiscal en la UE, fruto de los compromisos de gasto en defensa, que se contrarresta con el efecto contractivo de la apreciación del euro, y se prevé un recorte de la facilidad de depósitos del BCE hasta el 1,75%, nivel que en ausencia de nuevos shocks se mantendría durante todo el horizonte de previsión.
El crecimiento del PIB, que en el segundo trimestre acusará una leve desaceleración respecto al primero (0,5% vs. 0,6%), se apoyará en la demanda interna, si bien con algunos cambios respecto a las anteriores previsiones.
- El crecimiento, todavía superior a la media europea, se apoyará en la demanda interna mientras que el sector exterior detraerá actividad por el impacto de los aranceles y de las incertidumbres globales
- Funcas cree que el déficit de viviendas, actualmente de unas 600.000, empezaría a reducirse en 2027 y no desaparecería hasta 2037
- Las tensiones inflacionistas en algunos grupos impedirán que las tasas interanuales del índice general y del subyacente se sitúen por debajo del 2%
- En 2025-2026 se crearían 340.000 empleos netos anuales frente al promedio de 550.000 en los dos últimos años, y la tasa de paro bajaría al 9,6% a finales de 2026
El consumo tendrá un comportamiento menos favorable, pero se compensa con un ajuste al alza de la inversión, particularmente en construcción.
La demanda externa, por su parte, restará actividad por el impacto del proteccionismo en las exportaciones, sobre todo de bienes. Las exportaciones de servicios no turísticos perderán vigor, en línea con la desaceleración de los mercados internacionales. Y el turismo crecerá menos que en años anteriores dados los fenómenos de saturación que se empiezan a percibir en la temporada veraniega. Pese a ello, se alcanzaría un nuevo récord de afluencia de viajeros extranjeros.
En cuanto al mercado de la vivienda, la compraventa de viviendas frenó su crecimiento en los cuatro primeros meses del año, en un contexto de aceleración de los precios, aunque las cifras de transacciones se mantienen en los niveles más altos de los últimos 18 años por la bajada de los tipos de interés y la recuperación de la renta de los hogares. Esta evolución indica que el número de compraventas de viviendas podría estar tocando techo debido a su encarecimiento. El número de viviendas terminadas en 2024 subió hasta 101.000, la cifra más alta en 13 años, aunque volvió a ser inferior al incremento neto del número de hogares. De este modo, siguió acumulándose un déficit de viviendas –la diferencia entre el crecimiento neto de hogares y el número de viviendas construidas–, que se acerca a las 600.000. La escasez de vivienda plantea la cuestión de la sostenibilidad del crecimiento de la economía, por cuanto puede convertirse en un cuello de botella para la movilidad laboral y para que siga aumentando la población vía inmigración.
Estas previsiones apuntan a que el déficit de viviendas seguirá agravándose hasta 2027. El escenario parte de las siguientes hipótesis: un crecimiento medio anual del 3% de la inversión en vivienda, es decir un punto por encima de la media de los últimos cinco años; una elasticidad estable entre inversión y número de viviendas iniciadas; y la creación de 160.000 nuevos hogares cada año. En función de estos supuestos, el déficit habitacional empezaría a reducirse a partir de 2027, y no desaparecería hasta 2037.
La tasa de inflación general se ha reducido en los últimos meses tras el repunte de principios de año. La apreciación del euro, junto con la mayor competencia de productos importados en un contexto de guerra comercial, ayudan a contenerla. Así, se espera un alza del IPC del 2,3% para 2025, igual a la anterior previsión, y del 2% en 2026, dos décimas más. La tasa subyacente, por su parte, se ha situado por encima de la general debido a la persistencia de tensiones inflacionistas en los servicios y a la revigorización de la inflación en los alimentos. El deflactor del PIB, variable que mejor reflejas las tendencias subyacentes, se ha revisado al alza tanto este año, hasta el 2,5%, como el que viene, 2,1%.
El mercado laboral seguirá expandiéndose, si bien a menor ritmo. Funcas espera la creación de 340.000 empleos netos anuales durante el bienio 2025-2026, frente a un promedio de 550.000 en los dos últimos años (en términos de EPA). La tasa de paro bajará hasta el 9,6% a finales de 2026.
Las previsiones de déficit público apenas varían. El agujero presupuestario se reducirá hasta el 3% en 2025, y tres décimas menos sin contar los efectos de la Dana. En 2026 el déficit apenas bajaría al 2,8%. Ante la persistencia del desequilibrio y la desaceleración de la economía, la deuda pública todavía rondará el 100% del PIB, dejando poco margen de maniobra ante futuros shocks, uno de los principales riesgos para la economía española. El otro gran riesgo es el proteccionismo. Estas previsiones, que apuntan a un impacto relativamente limitado del shock comercial, se basan en que la Administración Trump no vaya hasta el final de su lógica proteccionista si bien hay que contar con su arbitrariedad.