La mayor parte de esas pérdidas, tres de cada cuatro euros, tienen que ver con hurtos se deben directamente a robos, tanto de clientes como de empleados. Y algunos le cogen el gusto: la mitad de los autores de estos hurtos son multirreincidentes, según la Asociación de Empresas del Gran Consumo AECOC.
Es lo que el sector llama “pérdida desconocida” y equivale al 1,1 % de toda su facturación, según el Barómetro del Hurto 2025. Detrás de esas pérdidas, el 77 % está directamente relacionado con los robos, tanto de clientes (59 %) como de empleados (18 %). El resto se reparte entre errores administrativos (15 %) y fraudes de proveedores (9 %).
Uno de los datos más preocupantes del informe es la alta reincidencia: uno de cada dos hurtos es cometido por delincuentes multirreincidentes, que roban tres o más veces al año. Además, casi la mitad de los ladrones tiene menos de 30 años. El perfil de estos infractores es cada vez más agresivo. Tres de cada cuatro comerciantes aseguran que la violencia —verbal o física— se ha disparado, y dos de cada tres reconocen dificultades para encontrar vigilantes de seguridad dispuestos a trabajar en tienda. El 78 % de los hurtos se producen en la propia sala de ventas, ya sea la de un comercio o la de un supermercado; es el lugar donde los clientes tienen más libertad de movimiento. Le siguen los probadores, señalados por casi uno de cada diez comercios, y las cajas de salida, que apenas representan el 4 % de los casos. El valor medio de lo sustraído en cada robo ronda los 195 euros, aunque ocho de cada diez hurtos no superan los 150 €.
¿Qué es lo más se esconden la mochila?
En alimentación, el aceite se ha convertido en el número uno, seguido de embutidos, quesos y conservas.
En belleza, reinan las colonias y fragancias, seguidas de cremas solares y cuchillas de afeitar. En tecnología, ganan los auriculares, seguidos de móviles, portátiles y smartwatches.
En moda, los artículos más sustraídos son el calzado y la ropa interior, mientras que en bricolaje destacan las bombillas y pilas. También crecen los robos de productos para mascotas, un reflejo del auge de los animales de compañía. “
Es por eso que cámaras, antenas, cajas de seguridad y alarmas rígidas forman ya parte del paisaje comercial. Casi todos los comercios disponen de sistemas antihurto, y uno de cada dos usa tecnología RFID para rastrear los productos. Además, uno de cada tres ha instalado mecanismos de acción retardada en los expositores y medidas específicas contra el crimen organizado.
Aun así, el sector reclama más apoyo legal. “Los hurtos comerciales tienen un gran impacto en la competitividad de las empresas y ponen en riesgo la seguridad de empleados y clientes”, advierte
