En un coloquio organizado bajo el título ‘Construyendo transiciones equitativas: verdes y justas’, Imaz ha reiterado la importancia de la equidad en la transición. «Es crucial porque si no desarrollamos una transición equitativa, fracasará en este esfuerzo». «En Europa, en los últimos años hemos estado muy centrados en la fijación del precio del carbono, olvidando el resto de objetivo de la política energética. Las consecuencias han sido, en primer lugar, nos olvidamos de la seguridad de suministro y construimos dependencia sobre Rusia», ha explicado.
Asimismo, ha añadido que «en segundo lugar, se olvidó el concepto de asequibilidad y hemos visto como, en los dos últimos años, en la Unión Europea (UE) ha habido familias sufriendo porque no han podido pagar las facturas energéticas».
En este sentido, Imaz también ha indicado que ha habido industrias que tampoco han podido hacer frente a sus pagos por lo que «los trabajos industriales han sido amenazados». «Podemos decir que lo estamos haciendo bien porque nos estamos descarbonizando, pero nos olvidamos de que teníamos que producir gas natural. Para que los países emergentes puedan adquirir este gas, tienen que pasar del gas al carbón y año tras año están aumentado las emisiones de CO2», ha explicado.
Así, considera que las políticas están fallando, por lo que hay que «repensar nuestra política energética». «Por supuesto, tenemos que ser duros», ha añadido, y estima que la descarbonización desde Europa está basada en «una aproximación ideológica».
Han sido precisamente estas declaraciones las que nos han gustado a la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, quien ha acusado en La Sexta al directivo de dar un discurso «crecientemente decepcionante» y «populista».
Imaz ha hecho referencia a que gracias a la transición energética que Repsol está llevando a cabo con la puesta en marcha de cinco refinerías en España, está creando en el país «más empleos industriales de que los teníamos hace 15 años». No obstante, ha remarcado que si se llevan a cabo muchas regulaciones «vamos a destruir muchas industrias», puesto que habrá una «transición muy desigual».
«Necesitamos una transición basada en las habilidades y las capacidades industriales y tecnológicas buscando la forma más barata y eficiente de conseguirlo», ha concluido.