Uno de los ejemplos más claros de esta situación es la postura de los socios del presidente Pedro Sánchez, quienes, pese a las continuas discrepancias y choques ideológicos, mantienen su apoyo al Gobierno.
Resulta llamativo cómo partidos que, en campaña, han defendido posturas diametralmente opuestas a las del PSOE en materias tan sensibles como la organización territorial, la fiscalidad o la gestión de la crisis económica, terminan por respaldar al Ejecutivo en votaciones clave. Esta actitud, que podría interpretarse como una traición a sus propios votantes, se justifica, en muchos casos, por la promesa de avances en otras áreas o por el temor a que la caída del Gobierno abra la puerta a alternativas menos favorables para sus agendas particulares.
La política de pactos y apoyos externos ha permitido a Sánchez mantenerse en el poder, pero a un coste notable: la imagen de sus socios se ve erosionada por la percepción de incoherencia. Los votantes observan, no sin cierta perplejidad, cómo formaciones que prometieron no ceder en determinados principios terminan cediendo en aras de la estabilidad o de obtener concesiones puntuales. Este juego de equilibrios, aunque legítimo en democracia, alimenta el escepticismo y la desafección.
La coherencia política es un valor fundamental para la credibilidad de cualquier partido. Mantener el apoyo a Sánchez, pese a las continuas diferencias y a veces incluso críticas públicas muy duras, pone en entredicho la autenticidad del discurso de estos socios. Algunos analistas advierten de que, si esta dinámica persiste, los partidos que sostienen al Gobierno podrían pagar un elevado precio en las próximas elecciones, al verse percibidos como meros “muletillas” sin voz propia. Y para muestra que mejor las declaraciones de la vicepresidenta comunista del Gobierno, que tras aguantar callada como una muerta meses y meses ahora va y dice eso de «se acabaron las reflexiones, se acabó los cambios y las reformas cosméticas. Hay un punto y aparte y toca actuar», Reconoce incluso que así se lo ha comunicado a Pedro Sánchez estos últimos días, e incluso este mismo viernes. «Es grave. Basta ya. El deterioro es mayúsculo. Es insoportable lo que vivimos: corrupción, puteros, machismo». Díaz ha explicado que no es a e
También insta al PSOE a dar explicaciones por estos casos y tomar decisiones, ya que estar callados no beneficia a nadie. «Este punto es de inflexión, no hay marcha atrás, toca actuar y dar limpieza absoluta». Además, ha señalado que si ella fuera presidenta, estaría «compareciendo en estos momentos».
En definitiva, la incoherencia política de los socios de Sánchez ilustra la tensión permanente entre los principios y la “realpolitik”. La pregunta que muchos ciudadanos se hacen es si este apoyo incondicional está realmente orientado al bien común o si responde, más bien, a intereses de supervivencia parlamentaria. Hasta cuándo podrá sostenerse esta situación sin que el electorado pase factura es una incógnita que solo el tiempo y las urnas desvelarán y en pocos días tendrán su primera evaluación en Extremadura
