En esta tesitura, si Feijóo fracasa el candidato Frankenstein dispondrá de tres meses, hasta el 27 de noviembre, para lograr esa mayoría que, según le dijo al Rey, cree estar «en condiciones de aunar». Pero si ese día, ninguno de los dos logra su objetivo, se disolverán las Cortes y se celebrarán nuevas elecciones de alto riesgo para la coalición.
Para algunos politólogos, si Sánchez estuviese seguro de su victoria Armengol no habría evitado la Navidad y el hoy ocupante de la Moncloa seguiría en el Palacio de Velázquez con tranquilidad. La clave de todo este galimatías no es otra que la ya sobada amnistía de la que socialistas y progresistas no quieren hablar pero que los independentistas catalanes no dejan de poner sobre el tapete de las negociaciones.
De hecho, el presidente en funciones evito opinar sobre si una ley de amnistía cabe en la Constitución, preparando ya el terreno para ese «alivio penal», que es como los socialistas han bautizado a la impunidad de los cabecillas del 1-O. «No me corresponde a mí decir qué es o no constitucional, para eso tenemos al Tribunal Constitucional», señaló el candidato del PSOE.
Es decir la responsabilidad de la formación o no del nuevo Gobierno esta en manos de Conde-Pumpido y sus magistrados, esos que tan concienzudamente seleccione Sánchez, incluyendo incluso a ex ministros de Justicia entre ellos. Por si eso fuera poco la loca de Diaz, en su papel de coreuta del proyecto de gobierno ya habla de asesores y expertos, aunque nadie los conoce que apoyaran la posibilidad de la amnistia por mas que como se recuerda, cuando el TC anuló la amnistía fiscal de Montero en junio de 2017 por considerarla contraria a la Carta Magna, los socialistas celebraron el fallo del Constitucional y exigieron la inmediata renuncia del entonces ministro de Hacienda.
Los tiempos según estos personajes han cambiado y ya nada es lo mismo así que veremos cosas increíbles que, probablemente terminen en uno de esos gobiernos insufribles