Los datos económicos de la eurozona, cada vez más sombríos, y la inquietud que suscita la salud de la economía china parecieron indicar a los inversores que la última subida de tipos se produciría más tarde -si es que llega a producirse-, pero últimamente los halcones han estado haciendo ruido, aumentando el suspense.
La decisión del BCE de esta semana es sin duda una de las más difíciles de predecir de este ciclo. Parece que va a estar muy equilibrado, ya que, por un lado, el banco central se enfrenta a la debilidad de los datos económicos, y, por otro lado, a las persistentes presiones inflacionistas.
En el frente de la actividad, tanto los datos objetivos como las encuestas más prospectivas apuntan, en el mejor de los casos, a un estancamiento económico. El crecimiento del PIB de la eurozona en el segundo trimestre se revisó a la baja la semana pasada, hasta el 0,1% intertrimestral, frente al 0,3% anunciado inicialmente.
Los ya débiles índices PMIs corrieron la misma suerte. El PMI compuesto se alejó aún más del nivel clave de 50 en agosto, situándose en el nivel de 46,7, su nivel más bajo desde noviembre de 2020. Alemania es un claro rezagado: un crecimiento plano en el segundo trimestre fue en realidad una mejora con respecto a una recesión técnica a finales de 2022 y principios 2023. Los últimos datos no dan muchas esperanzas de que el destino de la mayor economía de la eurozona cambie pronto. Los desastrosos datos de pedidos de fábrica correspondientes al principio del tercer trimestre, que mostraron una contracción del 11,7% intermensual, no hicieron sino agravar el pesimismo. Con datos como éstos, cualquier expansión de la economía de la eurozona podría considerarse pronto un éxito.
Sin embargo, la inflación aún no ha alcanzado niveles confortables. En agosto, el índice general sorprendió al alza, situándose en el 5,3% por segundo mes consecutivo. Es la mitad de su nivel récord alcanzado en octubre, pero sigue siendo más del doble del objetivo de inflación del BCE. La inflación subyacente se muestra aún más persistente. Con un 5,3%, está muy cerca de su máximo histórico (5,7%) y aún no ha mostrado una tendencia a la baja convincente.
Los recientes comentarios de los halcones del BCE han complicado aún más las cosas. El miércoles pasado, Klaas Knot sugirió que los mercados podrían estar subestimando la posibilidad de una subida en septiembre. El mismo día, Peter Kazimir, manifestó su opinión de que el BCE debería subir los tipos este mes. Esta postura de línea dura sugiere además que la decisión será probablemente un compromiso y que puede haber bastantes votos en contra.
Como resultado de estos comentarios agresivos, ahora nos inclinamos provisionalmente por una subida de tipos. El mercado también ha aumentado recientemente sus apuestas a favor de una subida de tipos (se han duplicado desde el 20% de principios de mes), pero apuesta 60-40 a que el BCE hará una pausa antes de subir los tipos a finales de año. Nosotros asignamos una probabilidad similar del 60%, pero a favor de una subida. Los economistas se dividen en dos bandos, con una pequeña mayoría que prevé tipos estables en septiembre.
¿Cómo podría reaccionar el euro al anuncio de esta semana?
Una subida de tipos debería ser un salvavidas para un euro que últimamente atraviesa dificultades. Por el contrario, una pausa probablemente ejercería una presión a la baja sobre la moneda común. La retórica de acompañamiento puede ser tan importante para el euro como la propia decisión, como ocurrió en julio, cuando la moneda común se desplomó tras una «subida moderada».
Una «pausa agresiva» podría limitar las pérdidas del euro, si el BCE logra convencer a los inversores de que está dispuesto a subir los tipos antes de fin de año. Un escenario poco probable, aunque el que podría llevar al EUR/USD a nuevos mínimos, sería un final oficial del ciclo de endurecimiento de la política monetaria. Sin embargo, creemos que este escenario es improbable, dada la incertidumbre sobre la evolución futura de la inflación.
Una razón adicional para que el BCE no cierre ninguna puerta es la ausencia de datos económicos actualizados, sobre todo del mercado laboral. Los datos sobre los costes laborales en la eurozona correspondientes al segundo trimestre no se publicarán hasta el día siguiente de la reunión del banco central. Este gran desfase en la compilación de los datos económicos de la eurozona es especialmente desafortunado, dada la importancia que el BCE asigna a los costes laborales unitarios.
Otro aspecto que influirá en el tono de la reunión serán las previsiones económicas actualizadas. Es probable que se recorten las previsiones de crecimiento. Sin embargo, la atención debe centrarse en las previsiones de inflación a largo plazo. Cualquier ajuste podría influir sobre el euro. Además, la moneda común podría reaccionar ante cualquier indicio de oposición a las expectativas sobre los recortes de tipos, ya que muy pronto éste será el principal foco de atención de los inversores.
La decisión política del BCE se anunciará este jueves a las 14:15 (CET), y la rueda de prensa tendrá lugar 30 minutos más tarde.