Nuestro país es el primero de Europa en número de participaciones en ensayos clínicos de nuevos medicamentos y, para consolidar este liderazgo, habría que fortalecer las fases preclínica y traslacional de la investigación, además de atraer nuevas empresas biotecnológicas y aumentar la producción de medicamentos biológicos y terapias avanzadas. La colaboración entre empresas farmacéuticas, el sector público, investigadores y pacientes ha sido clave para este liderazgo. Para mantener y mejorar esta posición, es necesario impulsar una estrategia colaborativa que convierta a España en un hub mundial de innovación biomédica.
Entre las áreas que ofrecer mayor potencial de desarrollo están la Genómica y Proteómica, que estudian el ADN y las proteínas para entender cómo las variaciones genéticas influyen en la salud y la enfermedad. La Biología Celular y Molecular, que investiga los procesos celulares y moleculares para descubrir cómo las células funcionan y se alteran en las enfermedades. La Farmacología y Desarrollo de Medicamentos, centrada en el diseño y prueba de nuevos medicamentos, evaluando su seguridad y eficacia. Las Terapias Avanzadas, que incluye terapias génicas, celulares y regenerativas para reparar o reemplazar tejidos y órganos dañados. La Nanotecnología e Ingeniería Biomédica, que utiliza materiales y dispositivos a nanoescala para aplicaciones médicas. Y la Epidemiología y Salud Pública, que estudia la distribución y determinantes de las enfermedades para desarrollar estrategias de prevención y control.
A estas áreas se suman innovaciones recientes como la Inmunoterapia, que utiliza el sistema inmunitario del paciente para combatir enfermedades como el cáncer; las Terapias génicas, basadas en la modificación de genes para tratar o prevenir enfermedades hereditarias; y CRISPR/Cas9, una tecnología de edición genética que permite modificar el ADN de manera precisa y eficiente.