En casi dos semanas, hemos pasado de aguardar ansiosamente la perforación del 2%, a volver a situarnos en los niveles de mediados de mayo. Esta subida ha ocurrido de manera inesperada, y algo contradictoria, porque durante este periodo el Banco Central Europeo recortó los tipos de interés 25 puntos básicos, lo cual debería haber sentado las bases para que el Euribor retomase una senda bajista. Esto no ha sido así y, dado que no esperamos un nuevo recorte en la reunión de julio, existe el riesgo de haber alcanzado una meseta por el momento.
El BCE se enfrenta a un cóctel de factores bajistas y alcistas, tanto para el crecimiento (i.e. aranceles estadounidenses, mayor inversión en defensa e infraestructura) como para la inflación (i.e. apreciación del euro, aumentos del precio del crudo). A pesar de ello, el consenso entre los miembros del BCE parece ser que estamos aproximándonos al final del ciclo de recortes, si es que no lo hemos alcanzado ya, y que la política monetaria actual está bien posicionada para hacer frente a dichos riesgos. Con cierto criterio, a nuestro parecer, el miembro del Consejo de Gobierno, Joachim Nagel, insistía esta semana en la conveniencia de mantener cierta flexibilidad monetaria dada la gran incertidumbre actual y no comprometerse de antemano a una pausa o bajada de los tipos de interés.
Dicho esto, seguimos creyendo que el banco bajará de nuevo los tipos en otoño, cerrando, en nuestra opinión, el ciclo actual de recortes. Actualmente, los mercados de swaps concuerdan con nosotros, descontando un recorte más en 2025 con una probabilidad del 88%. Mientras que esperamos al siguiente recorte, analizaremos de cerca si el Euribor a 12 meses acaba respondiendo a la anterior bajada de tipos retomando su senda bajista o, por el contrario, se asienta en una meseta durante el resto verano.