Se ha reducido con más intensidad que la de quienes se sitúan en el tramo entre los 35 y los 44 años, que ha pasado del 21,9% al 19,5%. Los autores del informe, publicado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros, atribuyen la caída en la formación de hogares de primera generación tanto a razones demográficas como a las mayores dificultades para la emancipación de los jóvenes.
La situación a nivel nacional dista mucho de la de otras grandes economías de nuestro entorno. En España los hogares en los que el cabeza de familia tiene entre 16 y 34 años apenas representan el 7,4% del total, frente al 17,8% de Alemania o al 16,3% de Francia. La precarización del empleo en un periodo marcado por cuatro grandes crisis (la financiera, la de deuda, la pandemia y la inflacionaria y energética) ha expulsado a muchos jóvenes del mercado de la vivienda.
La última Encuesta de Condiciones de Vida del INE constataba cómo el año pasado aumentaron de forma notable las familias jóvenes que recurren a la cesión de una vivienda -al uso gratuito de una casa- o bien de un familiar o bien de alguna institución. Estas representan ya el 16% del total. Esa misma estadística apunta a que más de la mitad de los hogares donde la persona de referencia tiene menos de 30 años vivía el año pasado de alquiler (53,4%), prácticamente un punto más que en el ejercicio anterior.
Las peores condiciones de partida han impedido que, como hicieron las generaciones anteriores, los jóvenes puedan plantearse ahorrar a través de activos inmobiliarios. Así, si en el año 2000 el porcentaje de jóvenes con vivienda en propiedad rozaba el 70%, veinte años después esa tasa ni tan siquiera llega a la mitad al haberse reducido hasta el 30,7%. Emanciparse se ha convertido casi en un lujo, en un contexto en el que los precios de los alquileres no han dejado de aumentar y lo han hecho además a un ritmo superior al de los salarios.
Mientras que el sueldo medio de una persona joven subió un 4,6% en 2022 -hasta los 13.079,19 euros netos al año-, el precio del alquiler lo hizo un 7,55% de media, apuntan desde la Unión Sindical Obrera (USO). El trabajo precario, la temporalidad en los contratos, las múltiples exigencias que impone el mercado laboral a las y los jóvenes, junto a los altos costes de vivienda, suponen una losa para este colectivo y le dificultan poner en marcha su propio proyecto vital. Los últimos datos publicados por Eurostat revelan que el año pasado los jóvenes españoles abandonaron el hogar de sus padres a los 30,3 años de media, mientras que en el conjunto de la Unión Europea lo hicieron a los 26,4 años y en países como Finlandia o Suecia esa media cae con fuerza, hasta los 21,3 y los 21,4 años, respectivamente. En la última década la edad media de los jóvenes que deja el hogar familiar para vivir por su cuenta ha aumentado en catorce países de la UE y lo ha hecho con más fuerza en Croacia (+1,8 años), Grecia (+1,7)… y en España (+1,6).
«Hay un factor de mala suerte para esta generación entre los 20 y 35 años, se han incorporado al mercado del trabajo en el peor momento de las últimas décadas, en términos de precariedad, flexibilidad, precios de alquiler, con cuatro crisis de por medio», apuntaba Daniel Manzano, autor del estudio publicado por AFI, en el acto de presentación del mismo celebrado esta semana. Dificultades en el empleo y para acceder a una vivienda que se suman al hecho de que España empeora en otro de los indicadores de bienestar social que elabora la Comisión Europea y que afecta a este colectivo: el porcentaje de quienes abandonan de forma prematura la educación y la formación aumentó el año pasado hasta el 13,9%, frente al 9,6% de media en la UE. Esto no esconde una realidad mucho más tozuda dado que, como ha denunciado el Consejo de la Juventud, los estudios superiores tampoco garantizan la emancipación. Sólo el 22,9% de los jóvenes con estudios universitario o de FP Superior han podido hacerlo en el último año.