Pero no es que estemos ante una bondadosa reacción de don Pedro, no, él se cree el mas listo de la clase y trata de ganar tiempo y coger al contrario con el paso cambiado, sin poder aplicar las ventajas que estar en el poder confieren ante una convocatoria electoral, tema que el ha utilizado y ha manejado a la perfección, incluido el Falcon, pero que no le ha proporcionado los réditos esperados.
Además, Sánchez busca imponer su propio marco y movilizar al votante que, en su opinión, se ha quedado en casa y le ha llevado a la derrota. En ese contexto, adelanta los plazos para dejar sin margen de reacción a los hasta ahora sus socios y aliados de Sumar, con Díaz a la cabeza. para armar una alternativa de izquierdas con Unidas Podemos y que le divida el voto como ha pasado este domingo y le haga un siete a sus candidatos. Por si ello fuera poco, es muy posible que la presión conduzca a estas dos fuerzas políticas a esforzarse para ponerse de acuerdo cuanto antes y llegar a la convocatoria con candidaturas pactadas y posibles o de lo contrario, desparecer del espectro político, como ha sucedido ayer en muchas ciudades y CC AA, pero, permitiendo la recogida de ese voto perdido en favor del PSOE.
Por otra parte, ha iniciado el lanzamiento de mensajes escatológicos: o gobierno progresista o la ultraderecha tomara el poder y arruinara España. Es decir, Sánchez quiere imponer una disyuntiva que espolee a ese votante de izquierda: si España quiere un gobierno progresista o un gobierno con la ultraderecha. De hecho, Sánchez ha destacado en su intervención que numerosas administraciones van a estar gestionadas «por nuevas mayorías conformadas por PP y Vox».
De cualquier forma, no le ha quedado mas remedio que reconocer que, «el sentido del voto traslada un mensaje que va más allá, asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter el mandato a la población».
A partir de ahora el tiempo es oro y un segundo vale lo que no está escrito.