Según publica el diario británico, los accionistas de la compañía, entre los que se encuentra el gigante tecnológico fundado por Bill Gates y fondos de venture capital, están explorando alternativas, tras recibir también el apoyo de los empleados, para que Altman vuelva a tomar las riendas de la compañía. Entre ellas se encuentra forzar la dimisión del consejo para volver a nombrar a Altman y al otro fundador, Greg Brockman, que dimitió también el viernes tras ser cesado como presidente de la junta.
Forbes coincide en que los inversores de OpenAI, con Microsoft al frente (esta controla el 49% de la startup), están debatiendo cómo restaurar a Altman en su puesto, lo que supondría un contragolpe aún más sorprendente que la propia destitución del directivo, convertido en la cara pública de IA desde el lanzamiento de ChatGPT hace un año.
La reputada publicación señala que no está claro si los inversores van a ser capaces de ejercer suficiente presión para llevar a cabo ese movimiento y hacerlo lo suficientemente rápido como para mantener a Altman interesado en el proyecto. Pero la maniobra consistiría en combinar una serie de acciones para hacer ver a la nueva dirección de OpenAI que la situación es insostenible. La jugada sumaría una revuelta masiva de los investigadores seniors de la startup, la retención de créditos de computación en la nube de Microsoft (parte de la inversión de 10.000 millones de esta compañía en OpenAI no se hace con dinero en efectivo) y una posible demanda contra la junta.
Los inversores, entre los que está Sequoia Khosla Ventures y el cofundador de LinkeidIn Reid Hoffman, confían en que tales maniobras provocarán la salida de OpenAI de aquellos que se creen han presionado para la destitución de Altman. El primer señalado es Ilya Sutskever, científico jefe de la compañía y el único de los fundadores de OpenAI que se mantiene en el consejo de administración. El segundo, es otro miembro de la junta: Adam D’Angelo, CEO de Quora.
Los inversores perciben la destitución de Altman como una lucha clara de poder entre Altman y Sutskever y D’Angelo y hablan de daños colaterales de niveles inaceptables. Entre las dudas que sobrevuelan ahora está la colocación de acciones de los empleados de OpenAI que daría una valoración a la compañía de 86.000 millones de dólares.
Menos de 48 horas después de la destitución, todo sigue en el aire. Una información de The Verge aseguraba en la noche del sábado que el consejo de OpenAI está ya en conversaciones con Altman para que vuelva como CEO de la compañía, pero una de las fuentes que cita asegura que el directivo es “ambivalente” sobre su regreso y que, en caso de hacerlo, querría importantes cambios en la gobernanza de la compañía. Este domingo, este mismo medio, señala citando a una fuente cercana a Altman que la junta había acordado en principio dimitir y permitir la vuelta de Altman y Brockman, pero el asunto no está cerrado.
El rápido movimiento de los inversores se produce tras correr la noticia de que Altman y Brockman están dispuestos a recaudar capital para una nueva startups de inteligencia artificial, y también por el temor a un éxodo de talento en OpenAI. Sequoia y Khosla Ventures han dicho, según algunos medios, que apoyará a Altman en cualquier opción que elija. Y Microsoft ha dejado claro que prefiere la estabilidad en su socio, con el que mantiene un acuerdo estratégico clave para su negocio de IA. El gigante del software ha incluido la tecnología de OpenAI en su software ofimático Microsoft 365.
El sábado por la noche Altman volvió a pronunciarse en la red social X, antiguo Twitter. El ejecutivo escribió: “Me gusta mucho el equipo de OpenAI”. El viernes, horas después de ejecutarse su despido, escribió: “Me encantó mi tiempo en OpenAI. Fue transformador para mí personalmente, y espero que un poco para el mundo. Sobre todo me encantó trabajar con gente con tanto talento. Tendré más que decir sobre lo que sigue más adelante”.
“La salida del señor Altman se produce tras un proceso de revisión deliberativa por parte del consejo, que ha llegado a la conclusión de que no fue siempre sincero en sus comunicaciones con este consejo, lo que obstaculizó su capacidad para ejercer sus responsabilidades. La junta ya no confía en su capacidad para seguir dirigiendo OpenAI”, afirmó la compañía en un comunicado publicado este viernes.
La desarrolladora de ChatGPT ha anunciado el nombramiento de Mira Murati, directora de Tecnología, como CEO Interina con efecto inmediato. Murati lleva ocho años en la compañía y tiene experiencia en gobernanza y políticas de inteligencia artificial. Tras los cambios anunciados el viernes, la junta directiva de OpenAI incluye ahora a Sutskever; Adam D’Angelo, el CEO de Quora; Tasha McCauley, una emprendedora tecnológica, y Helen Toner, directora del Georgetown Center for Security and Emerging Technology.
Las alabanzas a la figura de Altman corrieron en las redes a lo largo del fin de semana. Brian Chesky, cofundador y CEO de Airbnb, aseguró que “es uno de los mejores fundadores de su generación y ha hecho una inmensa contribución a nuestra industria”. También el ex CEO de Google, Eric Schmidt, destacó como el ex CEO de OpenAI había construido una empresa “desde la nada hasta los 90.000 millones de dólares de valor”.
Pero una de las voces más llamativas fue la del ministro delegado de Transición Digital y Telecomunicaciones de Francia, que el sábado aseguró en X (antes Twitter): “Sam Altman, su equipo y sus talentos son bienvenidos, si lo desean, a Francia, donde estamos acelerando para poner la inteligencia artificial al servicio del bien común”.