En cuanto a la deuda pública, las referencias estadounidenses cierran la semana ligeramente al alza, después de que las actas del FOMC de enero confirmasen la cautela de la Fed analizando la respuesta de la economía a las políticas de Trump antes de volver a bajar tipos.
Asimismo, los tipos se vieron levemente presionados por la discusión que se mantuvo en el FOMC sobre una eventual pausa en su reducción de balance en los próximos meses, ya que la operativa del Tesoro podría causar distorsiones en las reservas del sistema hasta que no solucione el techo de deuda.
En la eurozona, el repunte de los tipos de interés soberanos fue de mayor entidad, causado por la posibilidad de que aumente el gasto público en defensa y tras las declaraciones de Schnabel del BCE, en las que señalaba sus dudas respecto a la dirección de la política monetaria en los próximos meses, ya que no considera que los actuales niveles de tipos en la eurozona sean claramente restrictivos.
En cuanto a la renta variable, los índices estadounidenses continúan alrededor de máximos históricos, con un S&P500 que termina la semana plano y el Nasdaq registrando leves pérdidas, con varias compañías más expuestas a la demanda minorista advirtiendo de un empeoramiento de sus perspectivas para el consumidor por la incertidumbre geopolítica y su eventual impacto en los precios. También la mayoría de los índices europeos y emergentes registraron caídas, con los índices del sur de Europa como principales excepciones a esa tendencia, impulsados por el sector financiero y la buena marcha de la economía.
En cuanto al mercado de divisas, ligera depreciación del dólar en la semana, gracias a la apreciación tanto del euro, impulsado por el alza de los tipos soberanos, como del yen, presionado al alza por las expectativas de normalización de la política monetaria en Japón. Por último, en el mercado de materias primas destaca la caída en los precios del gas natural europeo, favorecida por las perspectivas de finalización de la guerra en Ucrania (lo que podría permitir de nuevo el suministro de gas ruso hacia Europa), por la posibilidad de que la UE relaje los objetivos de reservas de cara al próximo invierno y por las previsiones de un tiempo menos frío y más ventoso en las próximas semanas.
En la reunión del FOMC de enero, los participantes consideraron que los elevados niveles de incertidumbre actual requieren un «enfoque cauteloso» a los cambios de política monetaria. Se desprende un claro sesgo en cuanto a la valoración del equilibrio de los riesgos de los mandatos de la Fed: mientras la mayoría de los participantes valoraron las condiciones del mercado laboral como «sólidas», la preocupación generalizada se centró en los riesgos al alza en la inflación y con el reconocimiento explícito de que el progreso hacia el objetivo se ha desacelerado recientemente. Los riesgos mencionados en la discusión incluyeron «potenciales cambios en políticas comerciales y migratorias» y la fortaleza del consumo. Así, hubo un consenso entre los miembros del FOMC de que se necesitaría «evidencia adicional» de que la inflación retoma el camino al 2% de manera sostenible, lo que recuerda a la Fed en 2024, cuando señalaba que no estaba lista todavía para empezar a bajar los tipos de interés.