Sin embargo, el debate fue todo lo contrario de lo que se había especulado y Sánchez se equivoco de inicio a fin y no supo ni contestar a los requerimientos del candidato, ni exponer un plan de gobierno coherente para los próximos cuatro años. Desde ese momento la evolución política de la formula socialista entro en una péquela debacle que se ha ido agrandando día tras día hasta llegar a traspasar y penetrar en cada uno de los rincones de la estructura socialista que ha decidido lanzarse a la desesperada y tratar así de remontar lo que en estos momentos parece una realidad casi incuestionable, la abultada derrota de el sanchismo, con el posible riesgo de deterioro de la estructura socialista como hoy la conocemos.
De cualquier forma, la experiencia del líder socialista en recuperaciones imposibles es conocida y a ella se ha encomendado Sánchez ante su público más fiel. Otra cosa es que el personal ya le conozca y no sea tan fácil que vuelvan a creer en una figura ya quemada y casi amortizada de la policía española. Porque la realidad es esa. El actual habitante de La Moncloa es un político en la línea de salida que solo y trata de salvar los muebles para no desaparecer en cualquier puesto internacional de relumbrón pero sin poder ejecutivo.
Hasta The Economist afirmaba la semana pasada que Sánchez debería de empezar a buscar trabajo porque no le veía sentado en la bancada de la oposición levantando la mano para decir lo que hay que votar a sus diputados
La imagen es la que puede ser y hoy por hoy, nadie ve al orgulloso don Pedro en esa posición tras una dura derrota en las urnas, que por cierto se producirá en solo siete días