Es decir, contraviniendo todas las prácticas democráticas que la tradición marca, esta vez es Madrid quien decide quien gobierna el Pais Vasco y ello, se quiera o no puede suponer un curioso cambio en las relaciones que hasta ahora han mantenido los gobiernos central y autonómico, Nunca antes este paradigma se había producido con tanta evidencia y en unos momentos tan delicados para el devenir de ambos gobiernos.
Por otra parte la situación no deja de ser peculiar por los cambios sociales que el resultado traduce y que los sociólogos y los partidos deberán estudiar con sumo cuidado para explicar el cambio que se ha producido en la sociedad vasca en la que el hecho de proceder de tener su origen en una banda terrorista no afecta a la hora de depositar el voto en la urna y eso guste o no, no deja de traslucir un deterioro grave en la ética de unos ciudadanos que asumen el hecho de asesinar como algo que no debe de afectar a la convivencia, cuando curiosamente mas de doscientos mil vascos tuvieron que huir de su casa, para que no los matasen.
Algo han hecho mal los que hasta ahora han gobernado para que esto suceda.
De cualquier forma, es pronto para valorar definitivamente estos resultados, pero así como el hecho de la gran afluencia de ciudadanos a los colegios electorales es un hecho positivo, el ascenso de los pro etarras, cuyo candidato no ha podido y no ha querido condenar los atentados etarras es preocupante, puesto que de alguna manera valida una manera de actuar en política que reconoce el poder y la ventaja de las pistolas