Sin embargo, el caso de la bodega Monte la Reina parece ser otro. Su propietaria ha dado un vuelco a la bodega creada por su padre con nuevas elaboraciones en las que busca entrar en mercados poco vinateros, sin perder los vinos clásicos de su región Toro, tan peculiares y tan afamados. Así se presentó en Madrid con cuatro caldos, dos tintos y dos blancos presentados por el enólogo de la bodega. Jose Nuño.
El primero, el Cuvée Privée es, en estos momentos el abanderado de la casa. Se trata de un monovarietal elaborado al 100 % con uva tinta de toro recolectada al final de la vendimia —cuando la uva está sobremadurada— y reposado en barricas de roble llegadas directamente de la zona del Cáucaso (Rusia), dos aspectos que lo convierten en un vino único en España. Es decir estamos ante un vino elaborado con uva tinta de toro que ha sido recolectada al final de la vendimia, cuando está sobremadurada —pero no por eso es un vino dulce—. Una característica que le otorga un toque singular, que se aprecia en cada sorbo, y que se suma a su permanencia en barricas de roble llegadas directamente del Cáucaso (Rusia) —además de su estancia en barricas de roble francés—, algo que solo hace Monte la Reina en toda España. La tonelería del Cáucaso se caracteriza por ser más casera, artesana y con un tostado de la madera muy suave, por lo que respeta mucho la fruta y le aporta complejidad al vino.
Para sus creadores es un tinto monovarietal de tinta de toro es un vino intenso en aroma, por la uva —al tener una recolección tardía está ya un poco pasa—, y en color, de un tono cereza picota con reflejos violáceos, limpios y brillantes de capa cubierta y finas lágrimas. Desde un primer momento, se aprecian los valores primarios de la uva a pesar de sus 14 meses en barrica nueva de roble francés y caucásica. En boca, tiene un gusto sedoso, redondo y aterciopelado, muy untuoso con ligeros matices glicéricos. En nariz, posee un complejo potencial aromático, con notas de fruta roja y negra madura, casi mermelada, envuelta en elegantes tostados y numerosas especiadas marcadas por un carácter dulzón, cremoso, con toques de pastelería y cacao. Un vino muy amable, sabroso, fácil de beber y versátil, ya que marida con todo tipo de platos; además, sin ser un vino de postre acompaña a la perfección a los bocados dulces. Destaca como acompañante de pescados de roca, guisos con carne, quesos semicurados y platos de caza.
El otro gran vino presentado fue el un verdejo Fermentado en Barrica, ejemplo de que para diferenciarse hay que arriesgar. Da muestras de ello su presentación: una espectacular botella sin etiqueta, serigrafiada, que se vende en estuche individual y que es el regalo perfecto para sorprender a los amantes de una buena copa de vino. Y es que este 100 % verdejo es un vino distinto; tras una fermentación de entre cinco y siete meses en barrica de robles francés, reposa en botella durante ocho años, lo que le otorga unos matices sorprendentes. Aunque la primera añada fue 2007, solo se han lanzado al mercado cuatro —actualmente se puede adquirir la de 2016—. Y es que al ser tan especial se necesitan unas condiciones concretas en el viñedo y en las uvas, que garanticen que el vino aguanta entre 8 y 10 años en botella en perfecto estado, algo que solo permiten algunas vendimias. Sus excepcionales características han sido respaldadas por los compañeros del sector: ha sido galardonado con distinciones de oro y plata en concursos nacionales e internacionales.
Con un color amarillo oro, brillante, limpio y luminoso, en nariz es expresivo e intenso, con matices de fruta madura y flores blancas; predominan también los tonos tostados y de frutos secos. Ya en boca presenta una buena acidez y una gran armonía de notas cítricas, flores y madera, con recuerdos a frutas exóticas y un elegante toque de almendra amarga. Inaraja y Nuño lo describen como «el blanco que parece tinto» porque por su crianza en botella es muy gastronómico, sobre todo, a la hora del maridaje, más cercano a armonizar como un vino tinto suave que como un blanco. Se puede beber frío, pero también a una temperatura más suave para apreciar la explosión de aroma y de sabor que conlleva descansar ocho años en botella. Es el compañero ideal de cualquier comida que habitualmente se marida con vino blanco, pero por su complejidad, además, interactúa a la perfección con recetas con un sabor más intenso como mariscos, arroces y pescados grasos.
Otro de los vinos presentados e en realidad un proyecto en marcha que han decidido bautizar como Salvaje; un caldo con poca producción por estar elaborado con la uva procedente de una pequeña cuadra de uvas Sauvignon pero que resulta delicioso por su calidad y buen bosque.
Ubicada en la finca agrícola Monte la Reina, a solo diez kilómetros del municipio de Toro, esta bodega homónima es un referente de denominación de origen. Lleva casi dos décadas ofreciendo la mejor versión de la uva autóctona tinta de toro y puede presumir de ser pionera en la elaboración de vino verdejo amparado bajo la D.O. Toro. Liderada por Inaraja, la bodeguera más joven de esta denominación de origen, es una empresa vinícola muy personal, de carácter familiar y llevada a cabo con sumo esmero, pero con una impronta vanguardista. Esta bodega de Toro destaca por un estilo de elaboración más moderno en parte gracias a la meticulosa forma de trabajar de Carolina —presente en todos los procesos de creación del vino— y de su mano derecha, el enólogo José Nuño. El resultado son seis vinos tintos y dos blancos bajo la D.O. Toro que otorgan un carácter único a esta bodega, que cuenta con cepas prefiloxéricas.