Pero ese hecho es todavía lejano, muy lejano. Tan lejano que de aquí a que se produzca pasaran mucho meses. No es menos cierto que, tal y como decimaos este fin de semana, las silla se mueven y que llegado el momento de las urnas los resultados son inciertos, pero parece probable que salvo en la mente del mismísimo Sánchez, todo apunta a que no será él el líder sanchista el que dirija la recuperación del socialismo. En ese contexto, con bastantes componentes de elucubración hay quien ve a Bolaños como el hombre capaz de ser el interlocutor incluso de un acuerdo PP/Psoe capaz de frenar la ínfulas de Vox.
Pero eso nos pilla muy lejano y lo que si se esta produciendo es un renacer del núcleo duro del feminismo socialista que puede terminar con la realidad política del propio Sánchez. Para algunos politólogos incluso la guerra soterrada que recorre al partido tiene, su origen la sensación de fin de ciclo y la convicción de que quedan cuentas pendientes.
Es por ello que los socios de Sánchez tratan de hacerse valer y amenazan con no se sabe muy bien que, porque todos ellos terminaran por plegarse a los deseos de Sánchez, que solo se ira o cuando su propio partido le obligue o se produzca una catástrofe de tal dimensión que no le quede mas remedio que coger la carretera y desaparecer.
No hay que olvidar que la permanencia de los socios de coalición y apoyo parlamentario junto a Pedro Sánchez responde a una compleja combinación de intereses políticos, estratégicos y de supervivencia institucional. A pesar de las tensiones y las diferencias puntuales, estos partidos son conscientes de que su influencia y capacidad de negociación dependen directamente de la continuidad del actual Ejecutivo. Abandonar a Sánchez supondría, en muchos casos, renunciar a avances legislativos, protagonismo mediático y, sobre todo, al poder de condicionar la agenda nacional.
Por otra parte, la alternativa a la actual alianza sería un escenario de mayor incertidumbre, probablemente con la entrada de fuerzas políticas menos afines a sus postulados o, incluso, la convocatoria de nuevas elecciones, donde el coste electoral para los socios minoritarios podría ser elevado.
Por tanto, mientras Sánchez siga siendo garante de estabilidad y de concesiones pactadas, sus socios no encontrarán mejores condiciones fuera del bloque que dentro de él. En política, como en la vida, a menudo pesa más lo seguro que lo incierto, y por ahora, los socios seguirán apostando por Sánchez.
